lunes. 25.11.2024

Vivir en un BBVA de la Avenida Vitoria de Burgos

Hace aproximadamente hace un mes. Eran las doce de la mañana y en Burgos hacía mucho frío esa madrugada. Una leve cencellada vestía de blanco las ventanas de los coches dejando en la ciudad una estampa algo invernal.  Yo bajaba caminando a toda ostia por la Avenida del Cid tras pasar las últimas horas de la tarde en el gimnasio Xtreme de Plaza España. Estaba agotado tras un día muy intenso de actividad laboral, física y mental. Al subir por la Avenida Vitoria, donde había aparcado el coche, me di cuenta de que alguien dormía en el cajero del BBVA de una de las arterias más importantes de la capital. Me acerqué y al hacerlo pude constatar que esa persona estaba convulsionando encima de unos cartones húmedos, sucios y completamente desvencijados. Traté de llamar su atención y comprobé si respiraba. Observé que así era, por lo que llamé al 112 comentándoles la situación. Ellos me dijeron inmediatamente que guardará la calma, que le levantará apoyándole sobre mis rodillas para que pudiera respirar y que tratará de mantener una conversación con él de forma que así se mantuviera despierto. Conseguí, siguiendo sus consejos, que pudiera al menos balbucear algunas palabras y esperé paciente a que llegará la ayuda. A los pocos minutos se presentó una cuadrilla de la Policía Local. Ambos agentes, enormemente agradables, me ayudaron muchísimo con la situación explicándome además que aquella no era la primera vez que sucedía ya que el implicado, del que no daré su nombre, había tenido una vida muy muy complicada. Conseguimos despertarle para preguntarle qué tal se encontraba y si iba a necesitar la asistencia de una ambulancia. Al principio mantuvo sus reticencias a la ayuda de los sanitarios. Sin embargo, logramos hacerle entender que era lo mejor que podía hacer dada la situación. Hace apenas dos semanas volví a pasar por el cajero a la misma hora y allí estaba de nuevo él, cubierto por esos cartones oxidados y abrigado por las mismas ropas rotas y sucias. Tras hablar con él más detenidamente, llegué a entender cómo había llegado a tal situación. Su historia es triste, dura, conmovedora y tan real como  la vida misma. Habla  del dolor, del fracaso, de la soledad, del abandono y de la falta de ilusión por vivir. Su historia podría ser la tuya. Por eso, la próxima vez que veas a alguien en esta situación no pases de largo. Muchas veces ofreciendo amor, cercanía y algo de cariño podría ser suficiente. 

Vivir en un BBVA de la Avenida Vitoria de Burgos