viernes. 22.11.2024

Año Nuevo

Querido Año 2018: Una bonita cifra la de este año terminada en los dos dígitos de la adolescencia para obtener la mayoría de edad: dieciocho años. 

 

 Con este número te cuelas casi reptando para no dar pábulo a tantas promesas encumbradas de prosperidad que suenan a cantinela incumplida. Nosotros deseamos ser felices desde el primer minuto de tu Año pero necesitamos un envoltorio adecuado para sustentar el bienestar. Y tú lo sabes. Y tu paquete de prosperidades se cierra con la cinta solidaria que nos debemos los seres humanos. No se puede pasear la gloria personal por una sociedad donde existan seres desgraciados. Es como andar cargado de jamones por un barrio de hambrientos.

Los que vamos cumpliendo años no damos credibilidad a tanto  progreso tecnológico en todos los campos del saber. Sufrimos de inadaptación a esta sociedad que dibuja su existencia en unos canales de comunicación nunca imaginado; en unos hábitos del saber inescrutables de probada pedagogía; en un conocimiento del universo intergaláctico jamás soñado; y, por fin, en unos comportamientos sociales que desconectan nuestra realidad de lo que hemos vivido. Nosotros llamamos “desmesura” a este mundo digital globalizado porque en los pueblos seguimos viviendo más o menos igual. El paisaje no muda en sus comunicaciones. Ni en promesas de futuro. Ni en esperanza de cambio. Ni en el hartazgo burocrático.

Y esto es lo que te quería contar querido Año Nuevo. Es mi desahogo. La dicha de la vida, además de tener cubiertas nuestras necesidades básicas, es tener a alguien a quien contar nuestras cuitas. Es compartir nuestros días con los otros, aunque sean diferentes.  Es tener algo, un sueño y encontrar a  quien amar. Es tener un trabajo y un futuro más o menos estables. Y estas expectativas se alejan del mundo rural al que queremos porque los pueblos se vacían, se despueblan, se arruinan. Estamos muy dichosos con esta Tierra de Pinares que envuelve nuestras vidas. Creemos que en sus entrañas se gesta el embrión de un desarrollo ignorado por nuestra clase política. El progreso lo vas a traer tú, querido Año Nuevo, de la mano de emprendedores que no se arredran ante la pasividad de nuestros estadistas. Yo no soy de los que creen que la desgracia es culpa de los demás. Algo tendremos que hacer y decir los Ayuntamientos y vecinos. Pero cada día arrancado del calendario será un punto y seguido en el devenir de nuestra historia, nunca un punto final.

           Desde esta pequeña atalaya que me brinda nuestra revista “Pinares Noticias” donde la vida y los sentimientos se hacen palabra escrita quiero dar las gracias desde la humildad del pedigüeño a cuántos leen mi “articulito” y a los que dejan sus comentarios. Asimismo, querido Año 2018, desde este lugar recóndito donde anidan las emociones lleva a todos mis paisanos de la zona de pinares, a los que pongo rostro y a los que no conozco, todos mis deseos de salud y prosperidad. Y abre las puertas y ventanas de las casas a la vida. Porque el agua de la felicidad no se deja en vasos, sin más, sino se da a beber en las palmas de las manos tras una caricia en la mirada.

Guadalupe Fernández de la Cuesta

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