Campos de Castilla

En mi adicción por releer historias ya envejecidas, doy un repaso por aquellos poemas de autores ilustres que describen de forma sencilla los paisajes y los sentimientos del campo.

                                           

 En estos tiempos de pandemia afloran en la mente una conexión de pensamientos negativos a los que debemos  enfrentamos con actitudes eficaces y solventes para mitigar las escasas relaciones sociales en nuestra vida cotidiana. Es cierto que en el mundo rural existe un ideal de fuga hacia una naturaleza exuberante como es nuestra tierra de pinares. Y los malos presagios, y las vacunas, y los conflictos políticos, y todo el entramado informativo, y otros asuntos varios, se desvanecen entre los perfiles de los montes y pinos encumbrados hacia un cielo abierto al universo. Las ciudades, en estas circunstancias, son celdas carcelarias donde la mirada se estrella en el suelo. Sin embrago, y por oposición al mundo rural,  las urbes encierran todos los servicios básicos (Trabajo, Sanidad, Educación) a los que tenemos derecho.

            Recupero la lectura de algunos poemas de Machado donde describe el paisaje y los sentimientos de las altas tierras de Soria. Uno de ellos es “La tierra de Alvargonzález” donde narra la desgraciada historia de una familia campesina siguiendo la tradición del romancero español. No en vano, Machado aprendió a leer en el Romancero general compilado por su abuelo Agustín Durán. En estos versos quedan impresos los pueblos de Berlanga, “Durcielo” (Duruelo), Covaleda, la Laguna Negra… “Siendo mozo Alvargonzález/ dueño de mediana hacienda/ que en otras tierras se dice/ bienestar y aquí opulencia/ (…) En la feria de Berlanga/ prendose de una doncella/ y la tomó por mujer/ al año de conocerla/. Esta familia tiene tres hijos, y siguiendo la tradición, los dos hermanos mayores heredan la hacienda, y el menor es entregado a la Iglesia, y no tarda mucho en colgar los hábitos y emigrar en busca de fortuna. Los dos mayores se casan. La cizaña de sus mujeres y la gran codicia de todos, acaba con el brutal asesinato del padre por parte de sus propios hijos. Ellos esconden su cadáver arrojándolo a la Laguna Negra. Los campos, a partir de entonces, se niegan a producir. Entonces aparece el hermano emigrante, “el indiano” que les compra las tierras y vuelven a ser feraces. El romance termina con los dos hermanos parricidas avergonzados, y en su plena desesperación, se tiran a la misma Laguna Negra donde lanzaron al padre. “¡Oh, tierras de Alvargonzález/ en el corazón de España/ tierras pobres, tierras tristes/ tan tristes que llevan alma!”

            En los campos de Castilla existen los denominados Parques Naturales a los que dan publicidad en un programa de la tele de Castilla-León. Ahí aparece en la pantalla el Parque de las Lagunas Glaciares de Neila. Un reportaje muy bien recreado y con talento en sus descripciones. En este “embudo” de Neila, y contagiada por el embrujo de los poemas de Machado, me llevó al ansia por escribir poemas. “Soy pasado que labra mi presente,/ barro de la tierra que me vio nacer,/ cangilón de aromas en el campo/ vestido de verde y fuego/ en el amanecer./ Adolescentes sueños,/ juegos de amor bajo el dosel de pinos/ galopan entre agrestes laderas;/ y por entre las ramas/ hilos de sol y cielo./ Nunca seré yo sin mis raíces/ sangre del monte en mis venas./ El aire que respiro/ bramando viene desde la sierra./

           

            Guadalupe Fernández de la Cuesta