En ella se relata el encuentro de dos soldados heridos de la Segunda Guerra Mundial en riberas enfrentadas de un mismo río. Ambos luchan en una misma contienda pero en bandos diferentes. No saben por qué se matan. Una de las estrofas dice: “Todo ha pasado, hay paz en la frontera/ la orilla blanca, la orilla negra/ pero alguien llora y se desespera/ gritando un nombre que no responderá/”.Este año 2020, pasará a la Historia (con mayúscula) como el año que vivió la guerra mundial contra “el coronavirus” invasor. En el bando contrario estamos las personas, sin un armamento eficaz para su derrota. Yo imagino las dos orillas del río, “la blanca” y “la negra” En la “negra” existen los virus combativos, virulentos, mortales, desconocidos. En la “blanca”, los humanos nos defendemos de sus ataques funestos con unos sistemas sanitarios eficaces; un estudio científico de virología en laboratorios de prestigio; una investigación profunda para el desarrollo de una vacuna, y un trabajo heroico en los hospitales. Los soldados de a pie en esta contienda, luchan por encontrar la solución a las necesidades del vivir cotidiano. Y el resto de las personas, utilizamos el arma más eficaz contra su actividad contagiosa: El confinamiento en casa.
Me atrevo a aventurar que, a veces, en nuestra “orilla blanca”, aparecen unos cauces por donde discurren aguas pantanosas ajenas a la batalla. Estos sucios charcos impiden ver con claridad la “orilla negra”. Observamos, con desconcierto, la desunión en esta guerra contra el coronavirus. Sabemos que no hace muchos años, se propició un desmantelamiento de la sanidad pública, a favor de la privada. Quizá por encontrar el modo y manera de adquirir “mayor poder y gloria”. Me nace una aversión profunda a los que se afanan por ser poseedores de la verdad absoluta. Sin paliativos. Sabemos del desastre de nuestra economía, y del devenir negativo para muchas industrias y para el turismo. Y sabemos que la España Rural no cuenta en el saldo de la renta política, Pero, en estos momentos de pandemia, lo primero y principal es la salud. Ello es de sentido común. Hay que vencer a los virus instalados en la ribera “negra”. Es lo prioritario.
Siempre se aprende. Y surgirá en nuestro cerebro un nuevo campo emocional más comprensivo, y más solidario. Y volverá a resurgir la España vacía, (no enterrada). No es vital compartir los paseos multitudinarios en las calles y plazas de las ciudades. Aunque no haya virus, hay contaminación. Y bullicio. No hay nada mejor que la naturaleza. Lo sabemos todos. Pero no entramos en el presupuesto de unos Sistemas Públicos Sanitarios y de Educación eficaces para la vida rural. Creo que, tras el sufrimiento de esta pandemia, surgirá en los pueblos el arroyo que regará las semillas en el surco de la vida. Llenaremos el aire con nuestro aliento. Ahora, nos toca luchar contra el “coronavirus”. Podemos. Todos. Desde la misma orilla.
Guadalupe Fernández de Cuesta