Las escuelas de los pueblos se cierran
He pasado mi vida profesional entre las paredes de escuelas donde enseñábamos a los niños las cuestiones básicas en el aprendizaje de la Lengua, Matemáticas, y otras áreas cognitivas.
Los niños de los pueblos alcanzábamos una sabiduría más versátil que los de la ciudad porque no aprendíamos sólo de los maestros sino del entorno que nos rodeaba. Supimos muy pronto del Universo envolvente de estrellas y galaxias. Aprendimos del crecimiento de flores en el campo. Supimos de pinos, robles, chopos… Del arado surcando las tierras de siembra. De las yuntas de vacas tirando del carro para traer la leña, haces de mies o la hierba segada de los prados. Vivimos como una fiesta la matanza del cerdo con la vejiga hinchada como un globo como si fuera un balón. Sabíamos de ovejas y del esquileo de su lana para convertirla en hilo en la rueca. Y más saberes. La experiencia me dice que los pueblos son libros donde se aprende el conocimiento del mundo. Y las ciudades son periódicos donde se infiltran bulos acordes con su ideología. Un niño alcanza una verdadera sabiduría en una escuela ubicada en un pueblo porque goza y aprende en sus relaciones con la Naturaleza que le rodea.
Sé de mis obsesivas alabanzas a la vida rural. Mi experiencia vivida en el pueblo dista mucho de la ausencia de personas para esos mismos lugares en la actualidad. Cada vez que surge la desdicha del cierre de una escuela rural me envuelve la tristeza y el desconsuelo. Los ayuntamientos coronan sus esfuerzos con ayudas económicas y sociales por mantener abierto un centro escolar aunque sea con un número ínfimo de alumnos. No hay niños. Ni parejas que puedan engendrarlos. Ha descendido la natalidad en cifras alarmantes. A este agravio añadimos la ausencia de cualquier tipo de ayuda a nivel Estatal, o de las Comunidades Autonómica y Diputaciones provinciales, o de otros estamentos políticos que puedan engendrar vida en los pueblos. Afirmo con rotundidad que el Servicio Social Sanitario y Asistencial es más que deficiente en nuestra tierra. Y reitero estas afirmaciones ya dichas muchas veces. Las personas mayores no tenemos medios para trasladarnos a muchos kilómetros de distancia para unas pruebas médicas o un ingreso hospitalario. Una Sanidad aceptable necesita una Clínica Comarcal. Aún en mi ignorancia de gestiones políticas hago otra proposición como llamada a la población rural. Existen casas vacías que se podrían ocupar con “Cuidadoras de mayores” en su atención doméstica y social. Y también con personas que puedan encontrar condiciones optimas para el teletrabajo. Mi sueño me lleva un potencial resurgimiento de los pueblos con su entorno de salubridad en una Naturaleza envidiable. Los políticos hablan de la “España Vaciada”. ¿Pero se hace algo por llenar ese vacío?
Me cantaba mi madre siendo niña: “Por la calle van vendiendo/ una camisa sin mangas/ sin cuello, sin pechera y sin botones/ Y sin tela en las espaldas”. ¿Qué venden, hija? Y mi respuesta contundente: Nada. Eso se va vendiendo en las discusiones políticas. Nada.
Guadalupe Fernández de la Cuesta.