Existo, luego protesto
Emulo con este título, al famoso filósofo francés del siglo XVII René Descartes y su famosa cita: “Pienso luego existo” donde acentúa el papel de la razón para conocer la realidad objetiva que nos circunda.
Y en esta realidad se enmarca la Naturaleza, que nosotros llevamos memorizada en nuestra magia del vivir saludable, en un entorno esplendoroso. Envejecemos en nuestros pueblos olvidados y los rasgos de nuestra personalidad pueblerina modulan nuestro comportamiento y la toma de decisiones con toda objetividad. Llevamos como añadido unas actitudes extrovertidas y, en nuestro beneficio, las gentes, en los pueblos, tendemos más a las relaciones sociales. En estos lugares es donde se favorece la longevidad con una estructura mental sana. Siendo ciertas estas premisas, no existe ninguna conclusión de ayuda a la vida rural. “El arte de envejecer es el arte de conservar alguna esperanza”. Eso dijo el célebre escritor André Murois hace dos siglos. Y no se ha aprendido semejante razonamiento por nuestros políticos de turno. Pretenden cerrar estos paraísos del vivir sano con la mengua de cualquier tipo de ayuda en la Asistencia Sanitaria de los pueblos, incluidas las anulaciones de plazas de médicos en ambulatorios rurales. En los razonamientos políticos entran en juego sus estadísticas de población entre la que figuramos las personas mayores como un número a extinguir. No existimos para el registro de material sanitario adecuado en los ambulatorios. Y ante estas carencias, y muy a su pesar, los médicos nos emplazan hacia la capital de provincia. Allí podemos ser atendidos en los Servicios de Urgencias, sin que el doliente requiera de esa urgente medida.
En el otoño de mi vida, elevo mi protesta contundente a este abandono de una Sanidad Pública digna para todos los que nos decimos “seres humanos”. Ese es un derecho que nos concierne a todos. En esta protesta contra el abandono de los cuidados de nuestra salud, dejo un aparte para elogiar el trabajo abnegado y la actitud solidaria de los médicos. También deseo imprimir el agradecimiento extremo a todos los trabajadores de los ambulatorios rurales, incluidos esos doctores en psicología, geriatría, pediatría… o cualquier otra especialidad que se precie de ecuanimidad y categoría médica y humanística. La salud física no sólo es importante para un cuerpo saludable, sino que es el fundamento de la actividad de todo un pueblo. La salud y nuestra asistencia médica es la mejor posesión. Y nos la roban. Alzo la voz contra esa usurpación de nuestro bienestar. El otoño escribe en la Naturaleza sus atrevidos matices del amarillo dorado; y el otoño de nuestras vidas rurales escribe la autoestima de nuestro emplazamiento en la Naturaleza. Es de pura necesidad, para todos, la salud física con la ayuda de unos Ambulatorios de Asistencia Sanitaria con el personal y medios adecuados acordes a las necesidades de nuestros pueblos.
Espero que nuevos bríos estremezcan las cumbres de nuestra tierra con respuestas positivas a nuestras demandas. Protesto, porque deseo existir.
Guadalupe Fernández de la Cuesta