viernes. 22.11.2024

¡Qué horas de dormir¡

No es arte pequeño el del dormir sobre todo en la gente de edad tardía.

Dormimos con láminas intercaladas del despertar en el ritmo nunca acompasado del sueño. Contamos interminables números de ovejas hasta llegar a una lista desgranada y confusa de vivencias, quehaceres y preocupaciones hasta que nuestro cerebro decide –si es que puede hacerlo-  dar reposo a las neuronas y reiniciar esa bendita capacidad del dormir sosegado. 
    No me gustan los cambios de hora repentinos. Nuestro reloj anda desquiciado con las sombras de la noche que no aparecen hasta las tantas cuando las cenas debieran estar más que digeridas. En Europa también se atrasa una hora el reloj en verano por eso del ahorro energético. Nuestro país es singular, pues retrasamos dos horas respecto al huso horario que nos corresponde. Fue a finales del siglo XIX cuando representantes de diversos países se reunieron en Greenwich para crear un horario universal. Se diseñó el sistema de meridianos que, como gajos de una naranja, dividen al mundo en veinticuatro zonas distintas. España, Portugal y Reino Unido se ubicaron en el mismo huso europeo occidental a partir del meridiano 0º, llamado de Greenwich, esa línea imaginaria  que atraviesa el cielo de Valencia. A partir de este meridiano el reloj avanza una hora hacia el este y la retrasa hacia el oeste, “gajito a gajito”. 
    En el franquismo se estableció que nuestro huso horario fuera el mismo que el de la Alemania nazi y no con el de Greenwich que es el que nos corresponde geográficamente. Esta anomalía pervive hasta nuestros días. Nuestros compañeros de huso horario restan en sus relojes una hora respecto del nuestro que restamos dos: la que nos dicta Europa por el tema del ahorro energético, y la otra, la de la componenda con los nazis.
    En estos desarreglos de los relojes respecto al horario solar juegan su papel los programas más interesantes de la tele que, mire usted por donde, inician su particular recorrido a partir de las diez y media de la noche y acaban gastando las horas del día siguiente: “master chef”, “pesadilla en la cocina” series varias, películas atractivas… Los jubilados, aunque exentos de obligaciones horarias, deseamos gastar la noche  y vivir la luz del día. No podemos permitirnos el lujo de vegetar.  Son hábitos adquiridos durante toda una vida. “¿Vale acaso la pena haber vivido, / para encontrar, después de tantas cosas/ que, sin duda, las horas más hermosas/ son las que hemos dormido?” Amado Nervo 

 

¡Qué horas de dormir¡