Lenguaje gestual
Son los gestos una actitud indeleble en nuestra comunicación, y con muchos significados dentro de cada contexto social.
Destaco dos acepciones de la palabra “gesto” en el diccionario de la RAE: 1.- “Movimiento del rostro, de las manos, o de otras partes del cuerpo con que se expresan afectos o se transmiten mensajes” (…) 4.- “Acto o hecho que implica un significado o una intencionalidad”. Es indudable que el “bozal” obligatorio nos impide mostrar nuestra intencionalidad comunicativa a través de nuestras muecas faciales. Nos queda como remanente el resto del cuerpo para mostrar nuestro significado gestual. Están cercenados por exigencias sanitarias, los abrazos apretados o ligeros; los besos livianos o muy afectivos; pasear de “bracilete” con las amigas; o llevar la mano al hombro. Este lenguaje de la mascarilla y de la distancia social lo saben hasta los más pequeños. Pero nos han mostrado hasta la saciedad, una nueva forma de saludo. Consiste en juntar un antebrazo con el del vecino a saludar en un golpe suave, respetuoso, sin otro matiz afectivo que el de la justificación del saludo. Y muy medido: desde el codo a la muñeca. Nuestros afectos se vinculan a ese movimiento casi gimnástico, por su proverbial rapidez, y por la ausencia de cualquier otro movimiento gesticular. Toda actitud que genere protección contra los nuevos rebrotes del virus maldito es aceptada y asumida con resignación y con la esperanza de un alivio en su expansión malsana.
Conozco de toda la vida un leguaje gestual muy expresivo realizado con los brazos. Entre muchos, existía el doblar un brazo por el codo y levantarlo con violenta rapidez hasta la altura de un rostro irascible. A la vez se decía alto y claro: “Vete a tomar por el saco”, o “Que te den por el c…” o “Anda, y jod…” Y otras expresiones de burla y menosprecio que la decencia del lenguaje no me permite transcribir. Es cierto que la actitud de este gesto en nada se corresponde con el del “saludo vírico” mundialmente aceptado. Es un lenguaje acordado por todos los países con unanimidad inusual. Pero no puedo evitar que los recuerdos almacenados en el surco de mi vida devengan ahora en imágenes de un leguaje gestual muy aceptado en las disputas vecinales cuando los acuerdos eran impensables. Llevo unido al gesto de levantar el brazo la expresión oral: “Vete.a…”; “Que te den…”.Aún con el cariño y respeto debido a un saludo afectuoso me nace la risa por esta comparación en los juegos de los antebrazos.
Somos los “pueblerinos”, gentes de besos sonoros y abrazos envolventes, sobre todo las mujeres. Ahora, para mostrar los saludos afectuosos, los hago desde la distancia lanzando besuqueos al aire con mis manos, y los uno al gesto de unos abrazos compulsivos. Este abrazo se hace extensivo a una naturaleza atrayente y vital. Nos hemos dejado ver y quien sabe como se escribirá el futuro. Mis recuerdos también los escribo: “Soy pasado que labra mi presente/ barro de tierra que me vio nacer. / Nunca seré yo sin mis raíces/ sangre del monte en mis venas. / El aire que respiro dibuja el futuro/ de nuestra querida tierra.”
Guadalupe Fernández de la Cuesta