Menos decir y más hacer
El “virus” no nos ha dejado celebrar nuestras fiestas con el repertorio de los distintos actos y festejos en el tiempo y espacio habituales. Pero el reencuentro con nuestros convecinos ha despertado en todos la alegría de estar unidos en el pueblo y enmarcados por una orografía singular. Nuestra mirada otea el horizonte y divisa las maravillas de una naturaleza sin atisbo de futuro alguno que reactive una economía viable para los pueblos que sostienen este singular entorno. Uno de los hábitos más peligrosos de los políticos mediocres es prometer lo que saben que no pueden cumplir. Hay problemas que no tienen solución, pero son los menos. Gobernar no es mandar, es crear pactos de futuro y preocuparse por dar solución a los intereses de todos. De todos. Con nuestra carga de derechos humanos. Levantar unos andamios no es edificar. Ni cavar los cimientos. Ni hacer los tejados. Estos trabajos son imprescindibles para la construcción de un edificio, de una casa donde poder vivir. No nos podemos resignar en el arte de la idealización de la vida rural a base de tanta demagogia barata muy ajena a las necesidades de los pueblos. Entre los pilares de la reactivación económica, aparte del saludable entorno beneficioso para la salud, figura, entre otros, la necesidad de una cobertura cibernética adecuada para todos aquellos trabajos que sean factibles de ejecutarlos a través de Internet. Y otro valor añadido, es la comunicación vial factible a través de una red de carreteras con un asfaltado digno de ser transitado.
Hay un pilar en esta construcción de la vida rural que resulta imprescindible para su mantenimiento. Es el de la cobertura sanitaria. Dice el refrán: “Tres cosas hay en la vida: salud, dinero, y amor. El que tenga estas tres cosas, que le dé gracias a Dios.” Para esta limitación de atención en temas de salud puede servir de ejemplo el cartel anunciador en las calles de Neila que cita entre otras informaciones: “Vacunación Covic, Segunda Dosis” Lugar: “Polideportivo Universitario calle de Villadiego. Burgos”. Es decir, a noventa kilómetros se realiza el protocolo del pinchazo de la vacuna porque, es cierto, no existe un hospital más cercano donde atender posibles reacciones adversas a la inoculación. O viajar a la capital por la necesidad de escayolar alguna pequeña fractura o esguince tras el dictamen dado en Urgencias en el centro de Atención Primaria. Con dolores en un trayecto largo y penoso. Podría hacer relación de necesidades sanitarias como análisis o radiografías, a los que hay dar solución en un viaje interminable con los correspondientes gastos e infinitas tramitaciones. No es cuestión de argumentar la atención proporcional al número de habitantes, sino a la particular ubicación de las personas a las que se les debe atención sanitaria. Es nuestro derecho a la salud. Ante esta circunstancia me cabe hacer unas preguntas: ¿Existen Hospitales Comarcales? ¿Nuestra tierra no está inscrita en alguna comarca? ¿Es la Comunidad de Castilla León responsable de la Atención Sanitaria? En el caso afirmativo, “menos decir y más hacer”.
Guadalupe Fernández de la Cuesta