Mirando al horizonte
Tengo el hábito de observar el perfil montañoso lejano en los días rasos cuando el ocaso deja separados en una sola línea el cielo y la tierra sin otros matices.
Otro horizonte aparece al bajar la vista y ver casas cerradas. Son las personas mayores, en general, las cuidadoras de los pueblos en un alarde de valentía y generosidad hacia el vivir rural. Por eso, cuando la muerte nos separa de una de estas personas y cierra la luz de sus ventanas, nos duele mucho su ausencia. Un abrazo menos que dar con todo el cariño a una amiga que se nos ha ido. Otro horizonte sin límite lo percibimos en un futuro vacío de estrategias para elevar la población de los pueblos a través de demandas de trabajo e inscripción de las personas en el padrón municipal.
En estos días de otoño las distracciones con los paseos y otras actividades sociales declinan su horario. La tele entra en nuestras casas con sus programas de entretenimiento y de la realidad que se vive en nuestro país. Son fechas que marcarán páginas en los libros de Historia, aunque éstos pasen desapercibidos y nunca se lean. Un nombramiento de Presidente de Gobierno en las Cortes en primera votación es noticia siempre. Las formas y modos de negociaciones llevan a un relato del cómo y por qué es un Presidente acomodaticio a su realidad y no a la sociedad. Eso dice la oposición. Esa oposición política quiere hacer en la calle la más enérgica protesta con mesura y moderación. Y convoca sus manifestaciones. Nada que objetar. Estamos en el ámbito de ejercer nuestros derechos constitucionales. Ahora bien, las imágenes de violentas actitudes de protestas trasmitidas a través de las informaciones periodísticas televisadas, nos dejan sin aliento. Sobre todo esa gente joven que levantan la mano, no sólo para agredir a la policía, periodistas y personas con otras actitudes más pacíficas, sino para cantar el Cara al Sol con la bandera anticonstitucional al hombro, junto a una proclama de insultos. Es gente demasiado joven para actuar con criterio propio. Creo que esas actitudes esconden una plutocracia. Son los ricos y su contexto social los que ejercen su preponderancia en el gobierno del Estado. No puedo entender otra cosa. No creo que nuestros jóvenes, que saben de pueblos abandonados, acojan esa vara de medir una oposición política. Porque no es cuestión de ideología, sino de humanidad. Aunque recen el rosario en medio de los insultos. Esa no es nuestra religión. Ni nuestra ideología.
En los pueblos nos puede alcanzar ese encono ideológico. Pero los mayores sabemos de la historia vivida. Animo a leer el libro de nuestro paisano Jesús Cámara Olalla “Memoria Emparedada”. El es garante de la veracidad de los hechos por sus trabajos de investigación bien documentados. Nos describe cómo fue la Guerra Civil y la represión franquista en nuestra tierra en la Dictadura. Es una época sombría porque aún está “emparedada”. Él arroja mucha luz sobre la historia dictatorial y sus fatídicas represiones y encarcelamientos. Es peligroso mirar el horizonte con la cara al sol. Somos adictos a la concordia. A la conciliación. Y habrá luz tras la pared.
Guadalupe Fernández de la Cuesta