miércoles. 29.01.2025

Neila: Última oportunidad

La historia rural ha cambiado de pies a cabeza en una sola generación, la nuestra. La que hemos disfrutado y vivido la gente de mi edad. Había trabajo en el campo para llenar los atrojes de cereales.

 Huertas para llenar el puchero de patatas y berzas con trozos del cerdo. Pinos para talar y cobrar la “mata”. Yo he sido testigo de la existencia de bares en Neila. Y se podía hacer la compra de alimentos varios, más o menos imprescindibles, en uno de ellos. En un período de tiempo simultanearon dos carnicerías y dos panaderías. Y hasta hubo una tienda de ropa. Funcionaron dos escuelas públicas siendo yo alumna. Y en el año 1966, ganadas mis oposiciones a maestra, no pude optar a ser propietaria de una plaza de las tres que había: niños, niñas y párvulos, porque estaban ocupadas. Había un Cura para atender a las necesidades eclesiásticas de los feligreses del pueblo y habitaba en su casa parroquial. Un Médico y un Farmacéutico eran los titulares de sendas plazas. Se tenía el servicio de un autobús con salida diaria, que hacía posible nuestro desplazamiento a otros pueblos o a la ciudad de Burgos. Y la existencia de un Cartero quién llevaba el encargo de recoger y repartir la correspondencia de los vecinos.

 Es nuestra responsabilidad hablar de la experiencia vivida, no sólo a los hijos y nietos, sino a otros interlocutores ajenos a la vida de los pueblos donde nunca asentaron ni sus pies ni mirada. ¿Por qué nadie quiere vivir en los pueblos? En ellos quedan los bares donde se ejercitan las relaciones sociales y la gente acude a charlar y consumir. Y algo nuevo muy importante existe hoy: Internet. ¿Por qué no ofrecer un punto de partida para recuperar las ganas de vivir en un pueblo? Estamos hartos de oír siempre la misma cantinela en contra de masificación de las urbes: No hay trabajo o son precarios. La vida es estresante ante tanto hacinamiento. No hay donde vivir porque los precios de alquiler o compra de viviendas son desmesurados.

Voy a hablar de una buena oportunidad: Es la última. El Hotel de Neila, declarado Parque Natural, lleva 12 años funcionando con su último proyecto y genera suficientes recursos para que aquellas personas interesadas en dar el paso de ir a trabajar al mismo, lleven una vida digna y equilibrada en un entorno paradisíaco. Existen demasiadas circunstancias favorables en el entorno donde se desarrollan las tareas laborales: Amplitud, sosiego, cercanía humana, aire limpio y Naturaleza a los pies. Una vida diferente y con características muchas veces desconocidas para los urbanitas. Tampoco se puede llamar a engaño. En la edad laboral no se vive sin opciones de trabajo en un pueblo. No es un balneario al que me voy cuando estoy estresado para encontrar el relajo…”Hay que doblar el lomo” en el contexto de una vida sensata y complaciente. El Hotel de Neila busca su última oportunidad. Es un trabajo digno para los trabajadores y vital para el pueblo.

            Hablo por sembrar el futuro del Hotel de Neila y echar en su surco las semillas de mis palabras y promover un futuro honrado y certero. Creo que mi voz se aúna a otras voces. Sin más ambages ni rodeos.

 

                        Guadalupe Fernández de la Cuesta

 

Neila: Última oportunidad