Primavera oscura
Uno de los componentes semánticos que encierra la palabra “primavera” responde al inicio de una feliz entrada, tanto en los comportamientos humanos, como en los diversos formatos de la flora y fauna de nuestra tierra.
Miguel Delibes dejó plasmado en un libro “La primavera de Praga”, todo lo sucedido en aquel año de 1968 en la nación, que aún se llamaba por entonces, “Checoslovaquia'. En ese año surgió una revolución pacífica para liquidar el viejo régimen dictatorial y dar paso a otras formas de gobiernos democráticos. Estas reformas liberales condujeron a la conocida como “primavera de Praga”. Había nacido la esperanza de una vida con menos restricciones y mejores proyectos de futuro. Las connotaciones positivas de esta palabra las vivimos también en las edades adolescentes y juveniles. Es la etapa de “la primavera de la vida”, donde surgen verdaderos estallidos emocionales con un enamoramiento a la alegría del vivir. Esta palabra, “primavera”, suscribe una realidad llena de grandes mutaciones en la naturaleza. De pronto nos trasladamos de una orografía invernal sin contenido floral alguno, al estallido del verde reciente en los campos sembrados de flores. Los árboles secos se transforman en poderosos ornamentos de colores que decoran la copa con sus nuevas hojas verdes. Y nuestra mirada, abarca más horas de sol. Más luces de esperanza.
Pero esta estación primaveral está sumergida en un fango de problemas que se contarán en las páginas de la Historia. Es innegable la catástrofe de una guerra que anula la vida de las personas y de sus pueblos. Ello sucede lejos de nuestra frontera. Pero a la puerta de nuestras casas llama, con golpes de aldaba, la inflación, una subida de precios ajeno a nuestra previsible contabilidad doméstica. A esta situación se añaden los “sabelotodos”. Estamos en la ideología de la manada: el mismo nivel social; las mismas actitudes; idéntico lenguaje; idénticos odios… Así es como ellos piensan que se llega al poder de “la verdad” y a la certeza de cada una de sus reflexiones. Las deliberaciones y propuestas diferentes, no caben en su discurso. Por eso, los psicólogos nos recomiendan una ausencia en el conocimiento de tan trágicas noticias, sobre todo a través de la televisión, con toda suerte de imágenes escalofriantes. Ello no supone carencia de empatía y ayuda al pueblo ucraniano.
Las personas debemos constatar el cambio de significado entre “conocimiento” e “inteligencia”. El acto de cognición capta los mensajes y relatos y los almacena en el cerebro. Ahí llega nuestro intelecto que nos permite realizar varios comportamientos positivos: razonar, tomar decisiones, formar una idea de la realidad, comprender al diferente… ¿Y por qué las gentes de pueblo ganamos en autonomía? Pues la respuesta la tenemos en nuestro entorno rural que es el mejor horizonte en el arte de encontrar el camino de la vida. Sabemos del cultivo de plantas, del cuidado de los animales, de solucionar diversos avatares con instinto positivo, de acrecentar las relaciones sociales sin ninguna doctrina de mando. Nuestra inteligencia nos dice que debemos pensar por uno mismo. Y actuar en consecuencia. “Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener a la primavera.” Pablo Neruda”.
Guadalupe Fernández de la Cuesta