Soy de pueblo

Y mis antepasados. Y los antepasados de mis antepasados. Por generaciones.

Mis hijos no podrán decir lo mismo y mucho menos mis nietos. Los que vamos cumpliendo años, dibujamos en las sombras de la niñez un futuro indeciso y nos estallaron los primeros amores cuando de la mirada se nos borró la inocencia y descubrimos, sorprendidos, los primeros ahogos del corazón bajo las sombras de filigrana de los pinos. 
Pero estas tierras nos catapultaron a las ciudades. Se produjo la diáspora de los años sesenta cuando la maquinaria de la incipiente industria necesitaba de manos asalariadas que movieran y enriquecieran bolsillos ajenos. La sierra se desangró también en el sector servicios al amparo de la muchedumbre apiñada en las calles asfaltadas de la ciudad. Se han ido cerrando escuelas, tiendas..., y los maestros, boticarios, médicos y curas  han pasado, en muchos pueblos, a ser un referente de unos tiempos demasiados lejanos.  Las casas enmudecen en los inviernos y sólo las vacaciones de los niños siembran la vida en las calles bajo el aliento de unos padres o abuelos protectores. Somos de pueblo y, con frecuencia, nos montan chistes desatinados e incoherentes. Nada más alejado de la realidad: gozamos de buenos modales, vocabulario acertado y grandes dosis de responsabilidad, de honradez y de sentimientos solidarios. 
Pero no nos equivoquemos. La soledad de los cementerios es para los muertos. Falta apoyo político y social para recuperar la corriente de la vida. Por ejemplo: En la carretera de Quintanar a Neila he visto en estos días de Semana Santa muchos coches, y repito, muchos coches, “amontonados” junto a la nieve que cubre la vía de acceso a las “Lagunas Glaciares”. Antes a este paraje lo nombrábamos Laguna Negra de Neila pero Vinuesa nos ganó la partida en la nomenclatura.  Existe otra carretera –esta sin dueño alguno, la de Huerta de Arriba a Neila- desde donde arranca otra subida al Parque. Por estos itinerarios se accede a un excelente aparcamiento. Esta nieve ha impedido excursiones que nada tendrían que envidiar a otros paisajes montañosos donde las nevadas marcan el asueto de unos turistas privilegiados.
Somos un Parque Natural que ni es “parque” ni es “natural” porque de nada sirve una “Capilla Sixtina”  paisajística que no se puede visitar ni en la que se puede hacer ningún tipo de escalada. Tampoco es posible hollar los lugares donde se construyó un Refugio Restaurante para gloria de unos bolsillos que no estudiaron su utilidad ¿Quiénes son los dueños de estas carreteras inútiles en los inviernos? Somos de pueblo, pero no tontos. Los políticos a sus escaños y el mundo rural a su despoblación. “Parque Natural de las Lagunas Glaciares de Neila”  ¡Que bonito título! 
¿Y dónde están los puestos de trabajo prometidos?.

 

Guadalupe Fernández De La Cuesta