El 'Día de la Capa' en Navaleno, con la Ronda de Duruelo y los Tunos de Industriales de la UPM
Primera jornada la que tuvo lugar en Navaleno el sábado 19 de marzo dedicada a la capa, como prenda de prestigio, y de una extensa trayectoria.
Los participantes contaron con la actuación de parte de los integrantes de la Ronda de Duruelo de la Sierra, que amenizaron primero la ceremonia eucarística en la iglesia parroquial y, posteriormente, cantaron canciones de la ronda en la plaza. Hablamos con José Cámara, natural de Navaleno, y Tororito, de La Tuna
Los de la Tuna de industriales de la APM de Madrid, aportaron alegría y espectáculo en la plaza, en la ronda por los bares, en la comida de sopa castellana y codillo, muy sabroso, en restaurante El Maño, en la actuación en La Tablada. En fin, en un día muy completo.
El pregón por Jesús Javier Andrés Barrio, en la plaza, y decía así:
Capeadores, gentes de la Capa, amigos de los que defendemos nuestras convicciones a capa y espada.
A pesar de que hemos tenido a la Capa en nuestra retina, desde la infancia, viéndola en las fiestas, no ha sido hasta entrado el siglo XXI cuando en Navaleno hubo una pasión por confeccionar las capas, dejándose muchas horas de sueño, y una gran agudeza visual.
Madres, abuelas, tías….ellas han sido las tejedoras de esta mágica prenda, aportando elegancia y vistosidad , a cualquier ceremonia, acto o celebración.
Es la capa negra la que ahora vemos más por estos lares, pero no ha sido la característica de este territorio. Era la capa parda la utilizada, ya no en momentos especiales del año, sino como prenda de abrigo, en el día a día, y de ahí tendían a hacer de la capa un sayo, dando rienda suelta a su libertad individual.
Ya en Numancia, antes de ser conquistada, hay constancia de pagos realizados a otros pueblos celtíberos, a través de capas de lana.
En la Edad Media, el tabardo era utilizado por las clases pudientes; la capa parda, la usaban los monjes capuchinos, y el capotillo de alda, las gentes del campo.
Luego, ya con la Trashumancia y el apogeo de la industria textil, la capa se refinó, y a pesar de que muchos creyeron que ya estaba de capa caída, todo lo contrario tomó un revuelo inusitado, principalmente en la zona de Bejar, en Salamanca, y los carreteros de esta zona, que importaban costumbres y tendencias de otras tierras, nos la trajeron para acá, siendo una prenda costosa, muy valorada y de paño muy codiciado, extendida en el siglo XIX con ese color negro o pardo, que ha llegado hasta nuestros días, y pasear la capa se hacía algo evidente y cotidiano.
Recitando a Antonio Machado
“Al empezar abril está nevada
la espalda del Moncayo;
el caminante lleva en su bufanda
envueltos cuello y boca, y los pastores
pasan cubiertos con sus luengas capas”.
Avanzando el siglo XX, vimos a Pablo Picasso, Luis Buñuel, Julio Iglesias, Camilo José Cela o Plácido Domingo, luciendo la capa en momentos especiales.
¿Y ahora?. Pues nos toca capear con la pandemia de un virus desconocido; con un volcán que nos ha mantenido en vilo; y una injusta guerra causada por un criminal, al que nos gustaría capar.
Sean ustedes bien hallados en esta exaltación de la capa, y que por mucho tiempo podamos lucir esta prenda en nuestras vidas.