La Barrosa sale por las calles y casas de Abejar el 17 de febrero, martes de carnaval, y sobre las diez de la noche se producen unos disparos de fogueo para simular la muerte del bovino. Los restos son portados por los jóvenes que dan tres vueltas al salón municipal, bajo los aplausos emotivos de los vecinos. Posteriormente, todos beben el vino, símbolo de la sangre de La Barrosa, y los barroseros bailan el pasodoble con sus madres. La jornada acaba con un animado baile de disfraces, tras la cena de mozos.
El programa se ha potenciado, con la Asociación El Navazo, con el sábado anterior y el Domingo Gordo.Este año, harán las tareas de barroseros los jóvenes Miguel Arroyo y Darío Ruiz.
Ayuntamiento y dinamizadores turísticos recuerdan que uno de los escollos principales para que la fiesta no tenga la declaración pertinente de interés turístico regional es la escasa presencia de visitantes de otros territorios, fuera de la provincia de Soria.
La Barrosa es para la gente de Abejar bastante más que una tradición. El ritual, que se caracteriza por su carácter carnavelesco y mitológico, tienen un origen ancestral, que sigue siendo un misterio para muchos investigadores. La Barrosa está compuesta por un armazón de madera recubierto con tela blanca, en la tela van prendidas unas cintas amarillas, rojas, verdes y azules. En la parte de delante lleva pintada la cara de un toro y unos cuernos que son auténticos. Dentro del armazón se sitúa un mozo al que se denomina barrosero y que lo sostiene sobre sus hombros, su cabeza sobresale por el lomo de la vaca. Este barrosero y su acompañante van vestidos con trajes blancos, fajín rojo, polainas de cuero negro y un sombrero parecido al cordobés.
