La humildad es esa semillita mágica que guardamos en el alma. Y así, cuando llega la primavera a nuestras vidas dejamos que crezca y se haga fuerte y bella en el corazón de los demás. La humildad es el escudo de los valientes y llega gracias al amor incondicional de aquellos que más te quieren, tu familia. Eduardo Chozas tuvo la suerte de nacer en el seno de una familia humilde en el barrio de Orcasitas de Madrid. Eduard, su padre, regentaba una frutería de las de antes, de esas basadas en el cariño, en el amor y en la confianza de los clientes. Al cumplir tres años, sus padres le regalaron una Mobylette Gac con ruedas blancas y gordas. Y sin saberlo, cambiaron la vida de aquel niño que jugaba a atropellar a las clientas de la tienda. José, el carnicero y amigo de su padre, se dio cuenta de que aquel chiquillo podía ser un gran ciclista. Comenzó entrenando duro en el cerro de los Ángeles, un muro con un salvaje diez por ciento de desnivel. Su máquina, una bici vieja, rota y pesada comprada en el rastro. “Mi primera competición fue en Parla. Creo que Leocadio, el profesor de deportes del instituto, siempre fue una referencia para mí. Supo inyectarnos la adrenalina del deporte en vena en una época en la que también destacaba como corredor de velocidad. El deporte ya lo era todo para mí”.
El periodista Germán Martínez Rica presentó la charla junto al alcalde de Salas Paco Azúa y Jhon Pérez, socio fundador de la peña ciclista de Salas.
Eduardo Chozas era un buen estudiante. Sabía que el conocimiento era el tren de los valientes y de aquellos que persiguen sus sueños Era de ciencias y siempre quiso hacer farmacia. Y es que con la biología podía entender su organismo cuando éste realizaba un esfuerzo. Esa búsqueda de respuestas fue después su biblia durante la competición. “Quería conocer mi cuerpo para saber hasta dónde podía llegar. Al principio tuve miedo. No sabía si estaba realmente preparado. Después me di cuenta de que lo tenía todo para conseguir mis sueños dentro del ciclismo profesional”.
Eduardo Chozas fue ciclista profesional entre los años 1980 y 1993. Militó en Fosforera Vereco, Zor, Reynolds, Teka, Kelme, Once y Artiach. En su primer año quedó segundo en la Vuelta General a Valencia. Ganó además una etapa de la Vuelta a Alemania con la selección española al mismísimo Bernard Hinault. Participó en el campeonato del Mundo de Sallanches en Suiza, el más exigente y duro de los que se recuerdan sólo superado por el de Duitama en Colombia. Con 26 grandes vueltas terminadas, es el segundo corredor ciclista en toda la historia que más grandes carreras ha completado. “Me quedo con el Giro, otro de los grandes amores de mi vida. Por la alegría de los Tifosi, que inundan la carrera de flores, halagos y muchísimo amor. Por la maravillosa comida y la belleza sublime de los Dolomitas. Y por qué allí tuve grandes éxitos. Me quedo con la victoria en 1983 en la tercera etapa entre Terni y Vasto de 269 kilómetros. Los Apeninos y mis competidores no pudieron conmigo. También recuerdo el Tour porque es como doctorarse en Harvard. Y aquella magnífica victoria en 1986 en la Col du Granon a 2413 metros de altitud. Aquel día acaricié el cielo y el realmente me sonrío”.
Eduardo Chozas junto a los miembros de la Peña Ciclista de Salas y a varios aficionados que acudieron al Teatro Auditorio Gran Casino.
Eduardo también compitió en varias ediciones de la Vuelta a Burgos. Fue tercero en 1983 junto a Ángel de las Heras y Felipe Yáñez. “Recuerdo con cariño las contra reloj en Melgar de Fernamental. Éramos invencibles con la ONCE. Además, mi hijo ahora vive en la ciudad del gran Cid. Una urbe bella y majestuosa sin la que no se puede entender la historia de España.
Eduardo encontró a Pauli, el amor de su vida, cuando la bici ya formaba parte de su gran sueño, ser corredor profesional. Fue un flechazo instantáneo. Uno de esos que envuelven los guiones más tiernos de las películas románticas. Se casaron con 21 años y hoy tienen tres hijos y tres nietas maravillosas. Ruth tiene 37 años es ingeniera mecánica y es la mayor. Eduardo es el del medio. Le pusimos ese nombre en honor a Eddy Merckx. Es ingeniero informático, pero vende bicis y recambios de las mejores marcas. Adora su trabajo porque implica desarrollar mucho su capacidad de comunicación. Y Sandra, la pequeña, es una amante de la empresa y del marketing”.
Eduardo Chozas se define a sí mismo como un corredor todoterreno y un gran fondista. “Siempre me mantenía muy bien en la escalada y además, cuando era necesario, daba esa pedalada de más para subir muy bien también. En la bajada además era un auténtico especialista. Siempre sacaba matrícula de honor. Jamás podré olvidar a dos grandes del asfalto en los descensos como Francesco Moser y Dimitri Konichev. Aprendí mucho de ellos”. Tal vez, su talón de Aquiles siempre fueron las contrarreloj. No llegó a tener la fortuna de haber coincidido con un director de carrera que potenciará sus cualidades para competir. “Es la espinita que llevo clavada. Creo que si hubiera entrenado específicamente para correr estas pruebas podría haber llegado mucho más lejos”.
Javier Mínguez fue su gran descubridor. Chozas disfrutó de la sabiduría de José Miguel Echávarri en su etapa en Reynolds. Y Manolo Saiz fue su gran entrenador y amigo durante siete largos años. Una amistad que se fue enfriando con los años a pesar de haber sido uno de sus grandes amigos y el padrino de su hijo.
El deporte de las dos ruedas fue generoso con él en amigos y camaradas. Eduardo recuerda con mucho cariño y emoción al gran Miguel Mari Lasa. Lasa fue un corredor correoso, trabajador y todo terreno que ejerció de maestro en muchísimas ocasiones. “Era un amor de tio. Tenía además una lavadora pequeñita y portátil que era la envidia de todo el pelotón. En aquella época éramos nosotros los que teníamos que lavarnos la ropa. Siempre se la pedía y siempre me recordaba que debía ser un buen juvenil. Era un tipo gracioso y muy buena gente. Siempre lo guardo en mí corazón.
Para Eduardo el mejor corredor de todos los tiempos ha sido Eddy Merckx. “Era un mago que volaba a lomos de una bicicleta. Lo tenía todo. Fuerza, velocidad, potencia, fondo y mucha valentía. Sus números hablan por sí mismos. Después me quedo con el gran Indurain y también con Contador y Valverde. Amstrong sin embargo sería uno de los renglones torcidos de este maravilloso deporte que es el ciclismo.
Dejar de pedalear no fue fácil. Eduardo había pasado la mitad de su vida subido a una bicicleta. Sin embargo, Chozas pronto descubrió otra de sus grandes pasiones, el mundo de la comunicación. Comenzó en 1994 fichando por la Agencia EFE para retransmitir la Vuelta a España. “No había teléfonos móviles, ni internet ni redes sociales. Nos peleábamos por las cabinas de teléfono de los bares y de los hoteles. Luis Ocaña era mi gran ídolo. Hacía un trabajo excepcional en la COPE junto a José María García. “Su muerte fue un palo realmente duro. Poquito después García me llamó para su programa. Era muy exigente y sus broncas llegaban a ser legendarias. Aun así, era un gran tío que siempre cuidaba muchísimo de la gente que formaba su equipo”. Eduardo Chozas fue además Director Técnico de la revista Ciclismo a Fondo y comentarista en Onda Cero, Radio Marca, Radio Inter y en RNE. También trabajó como articulista para el As, el diario El Mundo, Sport Life, Ciclismo a Fondo y Pedalier. Actualmente es comentarista experto en ciclismo en Eurosport. “Sigo al pie del cañón, trabajando y poniéndole pasión a todo lo que hago. Por eso sigo organizando el Circuito Actívate de Excursiones MTB Comunidad de Madrid, el Campus de Ciclismo Sierra de Madrid y el Campus de Ciclismo Actívate Calpe.
Eduardo Chozas visitó Salas de los Infantes durante el pasado Puente de la Constitución. Lo hizo invitado por el Club Ciclista de la ciudad milenaria. Acompañado de su familia, pudo descubrir algunos de los rincones más bonitos de la ciudad del Arlanza. También pudo conocer de primera mano la historia del Club Ciclista de la localidad y la enorme pasión que toda la zona siente por este maravilloso deporte. Y lo hizo tomando un café en el Bar Roll Jhon primero y un refresco en el Pub Tilos después. El Mudarra fue el lugar elegido para disfrutar de una maravillosa comida antes de dar una fantástica conferencia sobre deporte y vida en el Teatro Auditorio Gran Casino.
Y es que la felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días (Benjamin Franklin).