Madrid, 14 de marzo de 2022 – Entendemos por riesgo cardiovascular la probabilidad de sufrir enfermedades cardiacas como el infarto de miocardio o la insuficiencia cardíaca; enfermedades cerebrovasculares como infartos cerebrales o ictus; trombosis, embolias e insuficiencia renal de origen vascular (entre otras enfermedades) en los próximos años. En la mayoría de los casos, estos eventos están relacionados con la aterosclerosis, una enfermedad crónica de las arterias principales del cuerpo en las que se deposita colesterol en sus paredes produciendo placas que pueden llegar a obstruir el flujo sanguíneo.
A pesar de que se ha avanzado mucho nuestro conocimiento sobre las causas y mecanismos por los cuales se produce la enfermedad cardiovascular sigue siendo la primera causa de muerte en el mundo por delante del cáncer y las enfermedades respiratorias.
Si bien la mayoría de los eventos cardiovasculares podrían prevenirse, sólo una parte muy pequeña de la población consigue llegar a los 50 años sin presentar ningún factor de riesgo cardiovascular. Esto puede ser el resultado de factores como la falta de información, que no se haya asimilado el impacto que tiene el estilo de vida en la salud, el fácil acceso a la comida no saludable y a algunos tóxicos como el tabaco o incluso a la falta de confianza en la medicación cuando es necesaria.
Existen algunos factores de riesgo no modificables como son la edad, el sexo, o los antecedentes familiares que van de la mano de la predisposición genética. Pero existen muchos otros modificables que debemos tener presentes como el tabaco, sobrepeso y obesidad, sedentarismo, dieta no saludable, dislipemia, hiperglucemia e hipertensión arterial.
La prevención debe comenzar mucho antes de que aparezcan los primeros problemas, desde la primera infancia e incluso desde el embarazo llevando una vida activa, una alimentación adecuada y evitando el tabaco y el sobrepeso.
Por el Día Europeo para la Prevención del Riesgo Cardiovascular, que se celebra el próximo 14 de marzo, el equipo médico de Melio.es, plataforma online de análisis de sangre con comentarios médicos personalizados, agrupa en ocho mitos las falsas creencias más comunes que surgen en torno a los problemas cardiovasculares.
- Las personas jóvenes no tienen problemas cardiovasculares y no tiene por qué hacerse ninguna prueba
Cada vez es más habitual que las personas jóvenes tengan enfermedades como dislipemia o diabetes, que están directamente relacionadas con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares en el futuro. Se recomienda que se comiencen a realizar analíticas incluyendo perfil lipídico y glucémico desde los 20 años cada 5 años, incluso antes si existen antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular.
- Si mi colesterol total es normal, no tengo ningún problema
El colesterol es un lípido que necesita unirse a proteínas transportadoras conocidas como lipoproteínas para circular por la sangre; entre estas proteínas se encuentran el HDL y el LDL. Estudiar el colesterol total junto con las proporciones de HDL (colesterol bueno) y LDL (colesterol malo) ha sido tradicionalmente la forma de diagnosticar y clasificar la dislipemia, que consiste en concentraciones excesivas de grasa en sangre o en proporciones que no son las adecuadas.
Sin embargo, los últimos estudios muestran que la forma más exacta para predecir el riesgo cardiovascular es determinar las apolipoproteínas ApoB-100 y ApoA-I que se encuentran en el exterior de las lipoproteínas tipo LDL y HDL respectivamente. Encontrarás estos marcadores como parte del Perfil Plus y el Test de riesgo cardiovascular de Melio.
- No tengo diabetes si mis niveles de glucosa en sangre (glucemia) son normales
La diabetes se puede diagnosticar tan sólo con la determinación de la glucosa si este marcador está muy elevado (glucemia >200 mg/dl en ayunas) y si se presenta síntomas típicos como poliuria (orina excesiva), polifagia (hambre excesiva), polidipsia (sed excesiva) y pérdida de peso. Sin embargo, esta situación es infrecuente y lo más habitual es que las personas diabéticas no sepan que lo son.
Para realizar el diagnóstico de diabetes o de sus etapas tempranas (resistencia a la insulina) se debe analizar la hemoglobina glicosilada o HbA1C (que estima el control de la glucemia en los últimos meses) junto con la resistencia a la insulina. En Melio utilizamos el índice HOMA-IR con el Test de resistencia a la insulina, una de las herramientas clínicamente más contrastadas para evaluar la resistencia insulínica.
- Las mujeres se ven menos afectadas que los hombres por las enfermedades cardiovasculares
A pesar de que en las primeras etapas de la vida el riesgo cardiovascular es mayor en los hombres que en las mujeres, se va igualando en edades más avanzadas y según el Instituto Nacional de Estadística, en España mueren más mujeres que hombres por esta causa.
La menopausia es uno de los motivos principales para que ocurra esto ya que con los cambios hormonales se produce mayor obesidad central, resistencia insulínica y tendencia a alteraciones del perfil lipídico que predisponen a la formación de placas de ateroma (masa de grasa).
- Si tuviese hipertensión me daría cuenta porque me produciría algún síntoma
La hipertensión arterial afecta a 1 de cada 4 hombres y 1 de cada 5 mujeres en todo el mundo según la OMS y lo más habitual es que no produzca síntomas. Si aparece algún síntoma, lo más frecuente son el dolor de cabeza, cansancio, náuseas o vómitos. La presión arterial alta produce daño en los órganos que tienen mucha relación con los vasos sanguíneos y que son los más vitales, como el cerebro, ojos, corazón y riñones, además de promover y perpetuar la lesión del endotelio (capa más interna de los vasos sanguíneos) causante de la aterosclerosis. La forma de saber si tienes hipertensión es tan sencilla como tomarte la tensión arterial de vez en cuando.
- La diabetes no es un peligro para mi corazón si me estoy tomando la medicación
El tratamiento de la diabetes con unos niveles de azúcar controlados puede disminuir el riesgo de sufrir enfermedades vasculares y/o retrasar su desarrollo, pero el riesgo de padecer enfermedades cardíacas y cerebrovasculares sigue siendo mayor que el de la población general. Esto se debe a que suelen existir de manera simultánea otros factores de riesgo cardiovascular como hipertensión arterial, sobrepeso, obesidad, vida sedentaria o consumo de tabaco. Controlar de forma adecuada estos factores de riesgo adicionales ha demostrado una mayor reducción de eventos cardiovasculares adversos, incluso más que un buen control metabólico de los niveles de glucosa en sangre.
- La hipertensión es una enfermedad leve de la vejez
Aunque la hipertensión arterial es más frecuente en personas de mayor edad, no es ni una afección exclusiva de personas de avanzada edad ni es un problema leve: es uno de los principales factores de riesgo que contribuye al desarrollo de aterosclerosis y es considerada por la OMS como una de las principales causas de mortalidad en el mundo. Se estima que en el mundo hay más de 1.200 millones de personas de entre 30 y 79 años con hipertensión.
Las últimas guías consideran que hay hipertensión con unas cifras de tensión arterial por encima de 140/90 mmHg, si bien también se sabe que el riesgo cardiovascular comienza a aumentar por encima de 115/75 mmHg y se dobla con cada aumento de 20/10 mmHg.
- Una dieta sin grasa previene las enfermedades cardíacas
No todas las grasas son malas. Existen grasas como las saturadas y las grasas trans, que normalmente proceden de los productos industriales o ultraprocesados, que favorecen que se alteren los niveles de colesterol y de otros lípidos en el organismo y por tanto el desarrollo de enfermedades cardiovasculares; mientras que hay otras como las grasas insaturadas y los ácidos grasos omega 3 que son protectoras.
El patrón de dieta mediterránea, que incluye el consumo de grasas, ha demostrado que disminuye hasta un 29-69% el riesgo infarto de miocardio y 13-53% el de ictus. Esta dieta incluye productos frescos y poco procesados, legumbres, frutas, vegetales, más pescado y menos carne, frutos secos, 1-2 huevos a la semana, cantidades moderadas de lácteos, aceite de oliva como principal fuente de lípidos y fruta como postre.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que, aunque la dieta es un factor muy importante, el principal condicionante de los niveles de colesterol es la producción endógena, es decir el colesterol que generamos en nuestro organismo. Existe una predisposición intrínseca a una tendencia de niveles de colesterol, por lo que hay personas con una dieta saludable que tienen niveles algo elevados de colesterol, o en algunas enfermedades que afectan el metabolismo de los lípidos, incluso muy elevados.
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