El Colegio y Asociación de Ingenieros de Montes ha remarcado que los bosques albergan una gran importancia en la lucha contra el cambio climático. Su capacidad para reducir las emisiones de CO2 es sólo uno de los magníficos servicios que estos “trabajadores incansables” prestan a la sociedad a cambio de un poco de atención y cuidado.
Según este colectivo los bosques son “perfectos filtros naturales de agua y herramientas de almacenaje de este bien tan preciado, garantía de vida”. La capacidad de captación de agua de los bosques es imprescindible ya que las cuencas hidrográficas y humedales forestales aportan el 75% del agua dulce accesible del mundo. “No es una casualidad”, afirman, ya que “las áreas boscosas son capaces de captar hasta aproximadamente un 30% más de agua de lluvia que en las zonas desprovistas de vegetación”.
Además, las masas boscosas aminoran la escorrentía y evitan la erosión que se produce en las zonas desprovistas de árboles, facilitando que el agua alcance ríos y arroyos con mayor pureza, al reducir los sedimentos en las masas de agua (humedales, estanques, lagos, arroyos y ríos) y detener los contaminantes del agua en la hojarasca.
“Las copas de los árboles”, según Carlos del Álamo, decano del Colegio de Ingenieros de Montes “hacen que la lluvia llegue al suelo de forma más cadenciosa, de tal manera que logra que se filtre, no se pierda y pueda aflorar más adelante en forma de manantiales y fuentes que enriquecen nuestras zonas naturales. Es decir, los bosques tienen un papel fundamental en la distribución racional del líquido elemento. Normalmente cuando llega los hogares nunca se piensa que gran parte de ello se debe a los bosques que sustentan nuestros montes, nadie se detiene a pensar que este es uno de los papeles fundamentales de los bosques”.
Teniendo en cuenta que precisamente el abastecimiento de agua dulce será uno de los mayores problemas de la humanidad en un futuro muy cercano, parece adecuado que parte del valor del agua retorne a los bosques por su eficaz contribución en su captación. “La regulación y control natural de los caudales depende del estado de los bosques en las cuencas hidrológicas. España, por ejemplo, es un país de regímenes torrenciales, en gran parte debido a la deforestación histórica del país”, ha recordado Del Álamo. “Por eso, el precio del agua debe de incluir el costo de conservación de la vegetación forestal de las cuencas, en línea con el contenido de la Directiva Marco del Agua”.
El riesgo de episodios de inundaciones y arrastres se incrementa con los efectos del cambio climático, por lo que es esencial que la planificación y ordenación forestal formen parte de la planificación de las cuencas hidrográficas. Se debe llevar a cabo la ejecución de proyectos combinados de conservación de los montes, y de construcción de infraestructuras que amortigüen los crecientes efectos de los riesgos naturales, sobre todo en la proximidad de núcleos urbanos, instalaciones industriales, vías de comunicación y otros equipamientos.