A David Olalla no se le ha perdido nada en la ciudad. A sus 28 años es feliz con los animales, entre montes y prados por Tolbaños de Abajo, Monterrubio de La Demanda , Hoyuelos de la Sierra. Son 280 cabezas de ganado vacuno a las que hay que atender día a día, dar de comer, vigilar, asistir en los partos, curar y despedir en su viaje a otro destino.
De familia de carniceros asentada en Salas de los Infantes, lleva ocho años con el ganado, y se confiesa “un loco de los animales, un enamorado”. Sabe que los principios no son fáciles “y para incorporarte a esta tarea es necesario que alguien te ayude”.
“Lo mejor que tiene la raza Limousine es la facilidad de partos”, comenta David, mientras mira las abundantes carnes de una de sus vacas, y es que estos bovinos, anchos y corpulentos, aguantan bien las inclemencias del tiempo y alturas del Valle Valdelaguna, en plena sierra de La Demanda. El destino de sus chotos está en la reproducción, aunque parte tiene de engorde y final en la carnicería.
Reclaman los ganaderos de esta zona la presencia de un veterinario más para atender mejor al ganado. Es un territorio amplio, orográficamente muy complicado, y que obliga al profesional a hacer muchos kilómetros, por lo que, si pueden, se buscan otro destino, ya que “con éste se pasan todo el día por carreteras de montaña”.
“Ver una vaca muerta me fastidia mucho”, afirma quien se presenta un apasionado del ganado vacuno, que no tiene esa simbiosis con las ovejas y el ganado lanar, y una de las peores experiencias la vive “cuando a una vaca se le sale la matriz, aunque a esa le ha pasado y mira que sana está”.
Presume el joven ganadero de “saber el número de todas las vacas”, el que las identifica, y llevan sellado en la oreja. Conoce de qué vaca es cada ternero, y todos los astados de su amplia cabaña tienen un nombre determinado. Él nunca las confunde, y es éste un don natural que potencia, y le sirve para sentirse más identificado por un trabajo que le absorbe.
Defiende la PAC, con ayudas que abaratan los costes de la carne. “Si no hubiese PAC, igual no encontrábamos quién se comiera un filete”. Cree David en unas ayudas que lleguen bien al ganadero profesional, a quien se lo trabaja, con topes establecidos “y una vez que se llega a ese tope para otra persona, y si el dinero sale de aquí tendría que volver otra vez aquí, para invertir en una nave o lo que tengas que hacer”.
Pese a la ligazón que mantiene con el entorno más rural, sus imágenes están muy presentes en las redes sociales, desde donde expresa sus emociones, alegrías, tristezas a través de relajantes y emotivos mensajes, en una ventana abierta desde la Sierra.
¿Vacaciones?. “No, pocos días falto yo de aquí, así soy feliz”