Ernesto Pérez Calvo es ante todo una persona vital y optimista. Pues si ya en el Seminario hacía teatro, no iba a dejarlo una vez ordenado sacerdote, ni mucho menos. Y así cada vez que el Arzobispado le mandaba a una parroquia, allá que montaba un grupo, sabedor de que es la mejor terapia para comunicarse, socializar, mantener ágil la mental, adquirir cultura y ¡cómo no!, recibir el aplauso de algo que se ha hecho en común. La Hormiga fue la primera compañía que formó, en Lerma; surgió en el seno de la Asociación Juvenil, en la que el teatro era una más de las actividades que hacían: cine forum, acampadas, recorridos culturales, y hasta editaban una revista.
Después, cuando llegó al instituto de Villadiego como profesor de Historia y Geografía, tampoco se pudo quedar solo corrigiendo exámenes, sino que involucró a otro grupo para formar Espliego, lo mismo que haría después en el intitulo Comuneros de Castilla, donde montó varias obras con alumnos y se hizo cargo del grupo Encaje que ya existía y sigue activo en el barrio. Así que con tanto grupo, Pérez Calvo no para de ensayar, al mismo tiempo que sigue con su labor sacerdotal -de ésta no se jubila, como sí hizo hace ya varios años de profesor-, de escribir y dirigir obras con grupo como Potámides, de Castrillo del Val, el Grupo Tierra de Lara en su representación del Conde Fernán González, en San Pedro de Arlanza, o el texto SanJuan de Ortega o el servicio al peregrino.