La escenificación de Araúzo volvió a contar con cerca de un centenar de personas. Algunos llevan representando personajes escenificados por la misma persona durante estos 25 años, aunque la lógica renovación que por edad se produce en los participantes permite nuevas incorporaciones y aseguran la continuidad en años próximos.
La confección, conservación y mantenimiento de las ropas es una tarea que ocupa a las voluntarias modistas, quienes muestran año tras año su destreza con la aguja y la plancha. Directa o indirectamente todo el mundo se implica en alguna tarea y participa según sus habilidades, y se pudo ver en la representación de Viernes Santo.
El público fue siguiendo cada uno de los Pasos en silencio, y acompañó al grupo de intérpretes hasta el enclave de la crucifixión. Al final, la gente quiso participar con los gastos, en la adquisición de 'Los clavos', un dulce ya tradicional en la población.
La actividad hizo que los visitantes participaran también de los servicios locales, con mayor animación en los bares de la población.