El Mesón Restaurante El Hachero va a contar con el primer 'Club de Amigos de El Hachero', un colectivo que difundirá las bondades del establecimiento y que se reunirá con propuestas gastronómicas, lúdicas y culturales. Los interesados podrán inscribirse, dando a conocer nombre, teléfono y correo electrónico, en las dependencias de El Hachero, a partir del sábado 22 de julio.
La iniciativa se daba a conocer el domingo 16 de julio, coincidiendo con la celebración del 40 aniversario del establecimiento, ubicado junto a la iglesia parroquial de San Esteban Protomártir de Navaleno, en el marco de una velada animada, emotiva y muy participada por parte de familiares, amigos y clientes del restaurante.
El Hachero abrió sus puertas un Día del Carmen de 1977. En una casa familiar, junto a la iglesia parroquial de Navaleno, Antonio Peñaranda y familia supieron dar respuesta a una demanda que se hacía hueco en la gastronomía de la época, con la comida de siempre, como lo sabían los antepasados, con carnes, viandas y fuego, y en un ambiente que, ya desde el principio, tuvo sus toques personales hasta confirmar lo que durante un tiempo fue su lema: “Un sitio sui géneris”.
Durante los años ochenta, el local fue tomando más formas de restaurante, con el fuego en el centro y carta elaborada que hacía de este espacio un enclave especial, incorporación de nuevos platos, guisos, raciones y un elenco de sugerencias, combinadas con la brasa. El auge de la micología dio también un impulso a la oferta gastronómica, hasta convertirse en uno de los puntales de la atracción que genera El Hachero entre la gente de la comarca, y los visitantes que llegan desde otros lugares, y para quienes el Mesón es su casa.
Una importante seña de identidad ha sido la música. Primero los cassettes, con impronta de cantautores, desde Mercedes Sosa a los Chalchaleros; de La Maza al Sapo Cancionero, de la ranchera a la música melódica, del tradicional Mester de Juglaría a los toques americanos de Linda Ronstadt, pasando por los CDs y culminando en una amplia selección a la que ahora tenemos acceso a través del ‘internete’. Pero, sin duda, el gran recuerdo para muchos ha sido hacer de El Hachero, una sala exquisitamente exclusiva de la música en directo, con Marivi, y Vitín (hermano) guitarra en mano, y la voz marcada de Antonio que hacía de una canción algo sobradamente importante para escuchar.
El Hachero,- además de un sitio donde se ha comido y se come bien- , sigue siendo un punto de encuentro, tertulia, un rincón donde hacer amigos. Madera, fuego y los efluvios del vino y la sangría hacen del comensal un sabio orador, y fluyen conversaciones agradables en su inicio que van subiendo de tono y sonoridad a medida que se comparten con el entorno.
De los inicios, Mariví Peñaranda y Víctor Peñaranda, Vitín (hijo), - entonces correteando y luego sirviendo mesas- , se mantienen en la actualidad. El Hachero ha incorporado a Inmaculada Navazo y Gloria Sigüenza, un equipo que da solidez y augura unos cuantos más de disfrute y experiencia gastronómicos.
El Hachero de Navaleno era uno de esos sitios que, si no existía, había que inventarlo; de esos lugares donde se aprende que comer es algo más que ingerir, es disfrutar, hablar, escuchar, conocer, cantar y soñar, entre el fuego, las brasas y las viandas, arropados por un ambiente de casa, simpático y sincero, que ha sabido transmitir cuatro décadas de experiencias inolvidables.