La de este año sería la edición décimoquinta del Vía Crucis viviente en Molinos de Duero, que cada Viernes Santo consigue congregar a numeroso público atraído por la emotividad y gran representación de los últimos instantes de la vida de Cristo.
El Ayuntamiento y colaboradores han decidido no "arriesgar" este año, dado el brote de covid-19 que se prevé para estas próximas semanas. "Las fiestas de verano sí ya que se llevan a cabo al aire libre, pero en el caso del Vía Crucis, al ensayar en recintos cerrados, consideramos que no es conveniente en estos momentos", dice el alcalde, Miguel Bonilla, quien recuerda que "ya habrá tiempo para poder desarrollarlo".
La escenificación llega a conmover, a emocionar y, sobre todo, a sorprender. El mayor ejemplo de unión son los cincuenta vecinos que participan en el recorrido que comenzó desde la ermita del Santo Cristo, a 500 metros del pueblo. Siempre se realiza el mismo recorrido, puesto que en esta senda hay cruces de piedra y en cada una de ellas se para la procesión para escenificar los distintos pasos, junto al río Duero, en los compases de la música, con actuaciones ensayadas junto a Fernando Óscar Pérez.