El ancestral rito de la berrea manifiesta el ardor amoroso. Un baile de miradas, golpes de cornamenta con una sola armonía para conseguir a una hembra que mira atenta cada movimiento de estos venados que pueden llegar a los 300 kilos de peso. Sólo el mejor de la manada, el que mejor haya cantado y bailado esta música conseguirá su harén de hembras y con ello ser el progenitor de una nueva generación de cervatillos.
Dentro del ritual, los machos comienzan a levantar la tierra y a orinar para marcar el territorio. De esta forma avisan a sus competidores de que la zona tiene dueño. Con estas maneras la mayoría de los árboles quedan marcados por la pasión de los venados ya que son el saco de golpes de un entrenamiento por la procreación.
Sin duda una agotadora forma de cautivar a la hembra que pasa factura a los ciervos, ya que durante la temporada de la berrea, estos animales apenas ingieren alimento. Por ello, sólo suelen disfrutar de dos o tres años buenos de celo.
Los amaneceres o atardeceres son los mejores momentos para poder contemplar el extraordinario escenario natural, y sobre todo la comarca pinariega es una de las zonas donde mejor puede disfrutarse de este gran espectáculo visual, sonoro y también olfativo. Cada año un mayor número de turistas eligen esta zona para poder descubrir esta singular expresión.
Las sierras de la Demanda, Cameros, Cebollera, y también Alcarama, en La Rioja baja ofrecen en los primeros días de otoño este fenómeno natural tan llamativo.
Dentro de Pinares, Neila, Quintanar, Pinilla de los Barruecos son algunas de las localidades más escogidas en Burgos para disfrutar de este espectáculo animal. En la provincia soriana, los municipios situados a las laderas de los Picos de Urbión, Duruelo, Covaleda, Salduero, Santa Inés, Vinuesa o Molinos son privilegiados enclaves que reciben cada temporada con atención la berrea del ciervo.
Desde la Consejería de Medio Ambiente se advierte que los ciervos son animales que no están acostumbrados a las personas y que por ello hay que tener respeto y no interferir de ningún modo en sus vidas y en sus actos.