Desde el año 2000 se han digitalizado muchos archivos y hay nuevas informaciones. Va a resumir además la primera parte porque lo ha pedido la gente. Tengo nuevas informaciones del siglo XVI y XVII y una extensa investigación realizada en el archivo de Ferrol sobre los juicios que se produjeron durante la Segunda República. También voy a tratar temas de la Guerra de la Independencia, la pandemia, la crisis de 2008 y otros relacionados con el pantano o con el cambio climático”, comenta.
La entrevista transcurre mientras son varios los vecinos del pueblo que nos saludan efusivamente. Alberto se mueve como pez en el agua mostrando un una memoria prodigiosa lograda durante toda una vida dedicada al estudio y a la investigación de la historia. Al preguntarle sobre la importancia de la Leyenda de los Siete Infantes de Lara sonríe pícaramente mientras se acerca un poco más a la grabadora. “No sabemos usar bien nuestra historia y creo sinceramente que la leyenda de los Siete Infantes de Lara esta algo olvidada. Antes se hablaba mucho más de ellos en las escuelas o en los círculos sociales. Por eso la obra de Teatro que representan en Castrillo es muy importante. Creo que podría representarse en muchos más lugares y mucho más tiempo. En cierto modo estamos desaprovechando el potencial que tiene esta leyenda desde un punto de vista cinematográfico.
En este sentido, creo que debemos mirar a todo lo que ha conseguido la Asociación Cultural Sad Hill con todo lo que tiene que ver con el rodaje de El Bueno, el Feo y el Malo. Su trabajo para dar a conocer el enclave ha dado sus frutos a lo largo del tiempo llegando además a los Goya gracias al documental “Desenterrando Sad Hill” de Guillermo de Oliveira. Creo que este es un muy buen ejemplo de hasta donde se puede llegar en cuanto a la difusión si se tienen las ideas claras de cómo hacerlo. Además, honestamente, Salas de los Infantes debería honrar la memoria de los siete infantes de Lara dedicándoles un monumento a la altura de la importancia de su propia historia a lo largo del tiempo. También creo que nuestra ciudad milenaria debería apostar por crear un museo donde guardar y mostrar algunas de nuestras mejores joyas. Estoy pensando por ejemplo en un lugar especial en el que poder ver las máquinas que se usaban en la imprenta vivar, los manuscritos del “Sorejo” o las miles de fotografías que realizó el gran pintor local Marlasca”, finaliza Alberto.