F ue un 2 de marzo de 1939 cuando fallecía Teófilo Gallego Sanz, quien se había trasladado desde Hontoria del Pinar a Bilbao hacía muy poco tiempo para trabajar en la empresa estatal Telefónica y aunque nos encontramos en plena guerra civil su muerte no tiene nada que ver con ese terrible hecho de nuestra historia reciente. Esa fatídica jornada, Teófilo se dirigió a su trabajo como venía siendo habitual dejando en casa a su mujer y sus hijos más pequeños mientras el resto asistía al colegio. Ese jueves, como otro cualquiera, Teófilo se encontraba trabajando por la mañana cuando cayó fortuitamente del tercer peldaño de una escalera con tan mala fortuna que sufrió un golpe en la cabeza que le costó la vida. En un principio se le atendió allí mismo, en la calle, pero viendo la gravedad que revestía lo trasladaron al Hospital de Basurto que en aquella época llamaba el nombre de Santo Hospital Civil Generalísimo Franco donde finalmente falleció y al tratarse de una muerte accidental se le practicó la autopsia dato que desconocían y ha salido a la luz tras la exhumación.
Tenía 39 años, y dejaba una viuda y cuatro hijos pequeños contando la mayor, Socorro, en ese momento con ocho años de edad. La viuda, natural de Hontoria del Pinar tras el trágico accidente y en los últimos coletazos de la Guerra Civil volvió a su localidad natal con sus cuatro hijos, Socorro, Agripina, Amado Luis y Teófilo, para verse más apoyada por ambas familias que se volcaron con ella; ya que en Bilbao no tenían a nadie.
A Felisa Alonso que así se llamaba la viuda de Teófilo, le tocó luchar mucho por sacar a sus hijos adelante en los difíciles años de la posguerra y aunque contó desde el primer momento con la ayuda de la empresa Teléfonica donde trabajaba Teófilo en el momento de su accidente laboral, fueron años muy complicados. Su viuda nunca volvió a Bilbao y aunque los niños eran muy pequeños, Teófilo Gallego siempre fue un hombre muy llorado y recordado por sus hijos ya que su madre siempre se encargó de trasmi- tirles el amor p o r ese padre ausente y siempre lo tuvieron muy presente en sus vidas y los nietos también crecieron con ese sentimiento.
Siempre ha sido el deseo de todos, desde hace muchos años, intentar recuperar sus restos y poder trasladarlos al cementerio de Hontoria del Pinar ya que en su día se le enterró en Begoña, preguntado su nieto Javier por este hecho nos cuenta que “siempre creyeron que se eligió Begoña porque era el cementerio más próximo a su domicilio en Bilbao ya que residía en el Barrio de Uribarri en la Barriada Doce Amigos”.
Se ha dado la coincidencia en estos últimos tiempos que el Ayuntamiento de Bilbao decidió convertir el Cementerio de Begoña, clausurado hace años, en un parque Municipal con lo que ha financiado en su totalidad y a través de la Sociedad de Ciencias Aranzadi el proyecto ‘Begoñako Argia’ (‘Luz de Begoña’), la exhumación e identificación de todos los restos humanos que allí reposaban. Otra de las coincidencias del caso es que tras enterarse de que Teófilo falleció en el Hospital de Basurto al obtener el certificado de defunción, allí nacieron por casualidad dos biznietos gemelos del fallecido por adelantarse el parto de su madre estando de vacaciones en la zona. La hija mayor del fallecido, Socorro, ha prestado su colaboración para que se identificaran los restos de Teófilo, aunque la familia por su cuenta ya tenía localizada la sepultura y tenían la certeza antes de la prueba de que eran los restos de Teófilo.
Tras la prueba de la saliva ha podido ratificar la coincidencia de ADN, prácticamente al 100 por cien, con un certificado científico de laboratorio, nos cuenta Javier, y así han podido recuperar los restos de su abuelo. Tras 83 años los restos mortales de Teófilo han viajado a Hontoria del Pinar para darle sepultura junto a su mujer y uno de sus hijos en el cementerio de Hontoria. El nieto de Teófilo e hijo de Socorro, Javier López Gallego, nos relata esta historia que, a pesar de la tragedia que supuso en su momento, ha tenido un final feliz dando sepultura a su abuelo este sábado 19 de noviembre tras una ceremonia eucarística muy emotiva en el cementerio de Hontoria del Pinar. Al acto acudieron unas cuarenta personas para cumplir por fin el deseo de su abuela Felisa, que ya descansa en paz junto a su marido.