Nos montamos en el autobús con destino a Salamanca, en aquel viaje de estudios que hicimos varios grupos de la Universidad donde estudiaba. Durante el trayecto, nos dedicamos a disfrutar del paisaje, de los juegos que montamos en el bus, y de las risas que seguramente oían hasta los coches que nos adelantaban.
La ciudad nos resultó preciosa. Hacía muchísimo frío, días antes había estado nevando, incluso habíamos temido que hubiera que suspender el viaje, pero aquel día de febrero lucía el sol a pesar del viento helado.
No era solo un viaje para disfrutar de la ciudad, sino que llevábamos un dossier (bien grande, por cierto), con monumentos que teníamos que visitar, actividades que había que hacer, y preguntas que había que contestar, así que aquello se convirtió en una gymcana donde no parábamos de encontrarnos unos con otros, absortos en la ardua tarea de resolver todos aquellos ejercicios. Aun así, lo recuerdo como uno de los viajes de estudios más divertidos que he hecho.
Era nuestro primer año en la Universidad y todo era nuevo. Tienen esos años universitarios algo especial para la gente joven. Dejas atrás la (horrible) adolescencia, el (cruel) instituto… y te vas adentrando poco a poco en la edad adulta, pero todavía disfrutando, sin demasiadas responsabilidades, solo aquellas de estudiar y pasarlo bien, antes de empezar a buscar trabajo, después casa propia, y empezar a sentirte agobiado por las obligaciones. Siempre recordaríamos aquel viaje, y saldría a colación en casi cualquier conversación referente a la universidad.
Han pasado muchos años desde entonces, pero es una época que no se olvida: las horas muertas en la cafetería, las aulas de trabajo en grupo para ponernos de acuerdo, subir con miedo a los despachos de los profes a la revisión de algún examen… Ahora doy clase en esas mismas aulas donde tanto aprendí, y no me canso de decirles a mis alumnos que aprovechen el tiempo, que estudien, sí, pero que también disfruten, porque serán algunos de los mejores recuerdos y los mejores años de su vida. Y que nunca olviden que, cuando salgan de aquí con su carrera terminada, tendrán a su disposición esa nueva vida por la que tanto están luchando, cargadita de cosas nuevas que enseñarles.