27 de mayo de 2022, 14:07
Llevo unos diez días con la pierna en alto, y sin salir de casa, y creo que definitivamente me voy a volver loca.
Hace unos días, unas vecinas y yo misma nos apuntamos a unas excursiones que se hacían por los Pinares de la zona. Eran temáticas, y muy interesantes, y dado que el tiempo acompañaba, nos decidimos a apuntarnos y aprender un poco. Un día nos enseñarían todo sobre las setas que se pueden recoger en los alrededores del pueblo; otro, sobre los pájaros que habitan nuestros pinos; otro día terminaríamos la ruta con una demostración culinaria…
Así que estábamos encantadas. Lo que no sabía yo es que esto me iba a durar tan poco.
El primer día salimos con un sol radiante, nuestra mochila, las zapatillas de andar, el bocata… Y empezamos fenomenal. Casualmente, era el día de las setas. Me encantan, pero siempre me ha dado mucho miedo no saber coger, así que me interesaba, y ya me veía preparando platos deliciosos con las setas del campo, ¡qué ricas!
En estas estábamos, cuando me sonó el móvil. Era mi nieta, así que me separé un poco del grupo para cogerlo. Que si al día siguiente vendría a comer, que si estaban los primos por el pueblo… Total, que se me fue el santo al cielo.
Me distraje tanto que llegó un momento en el que ya no sabía dónde estaban los demás. Menos mal que conozco la zona… Seguí andando y los vi a lo lejos, quise correr para alcanzarles y ¡zas! Tropezón. Vi las estrellas en pleno día.
Lo demás fue un show. Llamar a gritos al grupo, intentar levantarme y caminar un poco, llamar a la ambulancia y tener que sacarme del monte a caballito porque no podía andar… Rotura de tibia y peroné. Por lista.
Ahora me voy a perder el resto de excursiones. Y no solo eso, ni siquiera podré salir de casa en una buena temporada. ¿Recuerdan aquel anuncio que decía: “si bebes, no conduzcas”? Pues yo les digo, si van al campo, ¡¡miren dónde pisan!!
Hace unos días, unas vecinas y yo misma nos apuntamos a unas excursiones que se hacían por los Pinares de la zona. Eran temáticas, y muy interesantes, y dado que el tiempo acompañaba, nos decidimos a apuntarnos y aprender un poco. Un día nos enseñarían todo sobre las setas que se pueden recoger en los alrededores del pueblo; otro, sobre los pájaros que habitan nuestros pinos; otro día terminaríamos la ruta con una demostración culinaria…
Así que estábamos encantadas. Lo que no sabía yo es que esto me iba a durar tan poco.
El primer día salimos con un sol radiante, nuestra mochila, las zapatillas de andar, el bocata… Y empezamos fenomenal. Casualmente, era el día de las setas. Me encantan, pero siempre me ha dado mucho miedo no saber coger, así que me interesaba, y ya me veía preparando platos deliciosos con las setas del campo, ¡qué ricas!
En estas estábamos, cuando me sonó el móvil. Era mi nieta, así que me separé un poco del grupo para cogerlo. Que si al día siguiente vendría a comer, que si estaban los primos por el pueblo… Total, que se me fue el santo al cielo.
Me distraje tanto que llegó un momento en el que ya no sabía dónde estaban los demás. Menos mal que conozco la zona… Seguí andando y los vi a lo lejos, quise correr para alcanzarles y ¡zas! Tropezón. Vi las estrellas en pleno día.
Lo demás fue un show. Llamar a gritos al grupo, intentar levantarme y caminar un poco, llamar a la ambulancia y tener que sacarme del monte a caballito porque no podía andar… Rotura de tibia y peroné. Por lista.
Ahora me voy a perder el resto de excursiones. Y no solo eso, ni siquiera podré salir de casa en una buena temporada. ¿Recuerdan aquel anuncio que decía: “si bebes, no conduzcas”? Pues yo les digo, si van al campo, ¡¡miren dónde pisan!!