Según Herodoto de Alicarnaso, historiador y geógrafo griego, entre los días 7 y 10 de agosto del año 480 AC, 300 soldados espartanos liderados por el rey Léonidas se enfrentaron a un ejército de 2.800.000 persas en el paso de las Termópilas, un estrecho desfiladero entre el norte y el sur de Grecia. Por allí tenían que pasar los ejércitos de Jerjes en su paso para conquistar y dominar la península Helénica. El objetivo era unirla a su imperio, el más grande que la humanidad había conocido hasta entonces. Pese a la diferencia en número, los espartanos resistieron durante tres días hasta que fueron traicionados. Sus enemigos descubrieron un paso por las montañas que les permitió atacar a los griegos por ambos flancos. Su resistencia y muerte permitió a los griegos organizarse y resistir la invasión, salvando su modo de vida y su sistema democrático.
Todos hemos visto y flipado en colores con el largometraje de Frank Miller. Sin embargo la historia real fue muy diferente. Los espartanos fueron los responsables de la organización y Léonidas I era el gran comandante. Pero allí estuvieron también 400 tebanos, 400 corintios, 700 tespios, 1000 hoplitas, 2120 arcadios, 1000 locrios, 200 de Fliunte y 80 micenos. Un total de cerca de 6200 soldados que se enfrentaron a un gran ejército compuesto por 200.000 persas. Salvando las distancias, os aseguro que así fue como me sentí el pasado 31 de marzo durante la revuelta de la España Vaciada en Madrid. Allí estaban mis compatriotas de Teruel Existe y Soria Ya. Fueron los Leónidas de la Revuelta. Y no estuvieron solos. En aquella batalla había soldados de los pueblos de Media España.
De Castilla, de Aragón, de Asturias, de Andalucía, de la Mancha, de Galicia y de otros muchos rincones del país. Gentes humildes y honestas cansadas de una España construida por ellos que les había vuelto la espalda. Aquel día el cielo lloró de emoción al ver como la verdadera España reclamaba unida por primera vez sus derechos y sus libertades. Fuimos allí´150.000 almas. Gentes cansadas de territorios periféricos que habían distorsionado el sentir de la nuestra verdadera nación. Gentes agotadas de tierras ricas esquilmadas para dar de comer a los que más tienen en el país. La prensa nacional e internacional se rindió a los pies de una revuelta verdadera. Aquel día España volvió a ser España. Sin embargo, somos nosotros, los de la España vaciada los que seguimos soportado el ataque diario de las fuerzas de Jerjes. Siempre hemos resistido hasta la extenuación. Tal vez esperando una señal divina que nos dijera cuando debíamos atacar.
Rodrigo Díaz de Vivar, el gran Cid, jamás perdió una batalla. Analizaba y estudiaba todas las variables antes de combatir. Por eso está considerado uno de los mejores estrategas militares de la historia. Ahora que el gran Cid ha despertado es el momento de atacar. Teruel Existe ha dado un paso adelante presentándose a las elecciones. Soria Ya medita empezar a mover sus fuerzas en la misma dirección. Amigos, llegó el momento. Si estuvimos unidos en Madrid podemos estar unidos en España. Debemos movilizar a nuestros hombres en torno a un partido político rural nacional. Debemos unir nuestras banderas, nuestros ideales, nuestros sueños y volver a mostrarle al mundo quién sigue siendo el alma de la España verdadera.