Nos dirigimos a las pedanías de Espeja de San Marcelino, unos pequeños pueblos de la Sierra del Noroeste Soriano. Sus nombre: Orillares, Guijosa y Quintanilla Pedro Nuño. Para llegar desde Soria se toma la N-234, dirección Burgos hasta San Leonardo de Yagüe, y de allí cogemos la SO-934 que nos llevará hasta el pueblo de Muñecas, donde nos desviamos por otra carretera, (SO-P-5111) hasta Orillares pasando por Santa María de las Hoyas. Desde Burgos cogemos la N-234, pasando Salas de los Infantes, a unos doce Km. se coge el cruce a mano derecha que indica Huerta de Rey. Una vez en este último pueblo se coge carretera La Hinojosa que nos lleva a Orillares pasando por Espeja de San Marcelino.
Recorremos el pueblo de Orillares, cuyo nombre proviene de “Ororafes”, así citado en el Becerro de las Behetrías en 1352, con el significado de “lugar de orillas”. Los pocos vecinos, menos de treinta, están dedicados a sus cosas cotidianas. Nos detenemos a ver la pequeña iglesia, sin un estilo definido. Tiene un anejo donde se guarda una antigua bomba manual contra incendios, muy curiosa para los que nunca hayan visto ninguna.
Pero si la visita merece la pena es por el paraje de las Cuevas de la Hoz, un pequeño y espectacular cañón formado por el río Pilde. Para acceder desde el mismo pueblo cogemos un camino a mano derecha nada más pasar por el lavadero. Este nos lleva directos al cañón. El paisaje es espectacular y sobre las rocas se puede observar numerosos buitres. En las laderas predominan los enebros y sabinas. El paseo es fácil y placentero, paralelo al río Pilde. Pronto vemos el estrecho cañón y las cuevas y oquedades en las rocas. Lo más espectacular es la gran oquedad formada por el río a lo largo de millones de años. Las aguas circulan por dentro de las cuevas provocando un paisaje único. Parece mentira que este pequeño río, que en verano no lleva apenas agua, haya tallado este paisaje. Después de contemplar el espectáculo el camino nos lleva adelante hasta la fuente de Las Mozas y un viejo molino junto a una tenada, cerca del puente Ledigo. Al llegar al puente, donde nos encontramos un cruce de caminos, podemos tomar el de la mano derecha que nos lleva al pueblo por un cañón rodeado de enebros o si seguimos de frente nos vamos a visitar las ruinas del convento de Los Jerónimos, en el cercano pueblo de Guijosa.
El camino es de concentración, con buen firme, y no dista mucha distancia. Enseguida se ve el hastial de lo que fue la iglesia. Este convento se fundó en 1401, sobre una ermita existente con anterioridad, donde al parecer ya residían los monjes. Parece ser que ya a finales del siglo XIX, y tras la desamortización y abandono de los monjes, el convento era una ruina total, permaneciendo solamente la iglesia. El dato curioso es que esta iglesia fue demolida al finalizar la Guerra Civil por los propios vecinos del pueblo, ante el rumor de la vuelta de los monjes y con el temor de perder las tierras que habían ocupado los vecinos. La iglesia era de estilo gótico y el convento contó con dos claustros. Ahora aquel esplendor lo ocupa un parque con mesas junto a la fuente original del convento.
De ruta hacia Guijosa por el mismo camino de concentración, llagamos a la carretera principal y de frente nos acercamos a la ermita de Nuestra Señora de la Concepción. Esta pequeña ermita de estilo románico data del siglo XII. Entre las características destaca su ábside cuadrada y las columnas de la portada, decorados con motivos mitológicos, uno de ellos un centauro.
Guijosa aparece en la documentación en 1352 como lugar de Behetrías. Su nombre derivaría de “lugar de Guijos”. La iglesia está muy reformada y destaca su campanario.
Seguidamente nos dirigimos al pueblo de Quintanilla Pedro Nuño por un camino parcelario que parte unos metros más debajo de la ermita.
Quintanilla es el más pequeño de los tres pueblos, con apenas 20 habitantes en invierno. Su iglesia está muy deteriorada, aunque conserva una bóveda de trazas románicas y una pila bautismal. Conservan varias tallas religiosas que posiblemente procedan del desaparecido convento de Los Jerónimos de Guijosa. Frente a la iglesia se contempla un rollo jurisdiccional que los vecinos rescataron del olvido hace unos años, ya que se encontraba enterrado. También hemos tenido la ocasión de contemplar un pequeño museo etnográfico que mantienen los vecinos en la sede cultural de “El Lagar”, lugar de ocio y esparcimiento que nos enseñaron unos vecinos muy amables encabezados por Elvira, siempre dispuesta a enseñar su pueblo.
Merece la pena visitar estos pueblos desconocidos para muchos, que seguro seréis recibidos como lo hemos sido nosotros y disfrutar de sus paisajes.