Hoy visitamos Vinuesa, llamada “La Corte de los Pinares” por sus casas nobles y palacios que se ven paseando por sus calles y por sus recursos naturales de gran riqueza.
Situada en la Soria Verde, a los pies de los Picos de Urbión y la Sierra Cebollera, donde el río Duero da sus primeros pasos, de pinares altos, de tardíos robles, de la mancha boscosa más extensa de la península Ibérica, el pulmón verde de España.
Esta es “La tierra de Alvargonzalez” de Antonio Machado.
Y además no le falta historia a este pueblo desde que lo habitaron la tribu celta de los Pelendones o el paso de los romanos que se establecieron aquí, en Visontium, lugar de paso de la vía que unía Uxama y Numancia.
Para llegar a Vinuesa cogemos la N-234 hasta Abejar y desde allí la carretera CL-117 nos lleva a Molinos de Duero, pasando por el embalse de la Cuerda del Pozo, y desde Molinos la SO-20 nos deja en Vinuesa.
Lo mejor es pasar las primeras edificaciones hasta llegar al casco antiguo; nosotros dejamos el coche junto a la ermita de La Soledad y nos disponemos a recorrer el pueblo andando. Las calles son estrechas y empedradas, entre casas de arquitectura tradicional en buen estado, y alguna restaurada con buen gusto. Enseguida se ve las casas que ocuparon los más pudientes, las de los más ricos del lugar, casas nobles y palacios. Perderse tranquilamente entre sus calles es descubrir rincones a cada paso, dignos de detenerse. Casas blasonadas, como la de los Ramos, que según los entendidos es el mejor ejemplo de arquitectura pinariega. Data de 1778, y es de dos plantas. Con fábrica de mampostería pintada con sillares y balcón volado de madera. Junto a esta otra vivienda, para fijarse, de construcción sólida. Palacios vemos el de D. Pedro de Neyla, del siglo XVII, construida por el Arzobispo de Palermo, D. Pedro, con los escudos en la fachada de su constructor. Otro palacio a reseñar es el de los Marqueses de Vilueña, del siglo XVII, con cuatro balcones en su fachada y el escudo de los propietarios. Hoy es una residencia de ancianos. Pero muchas más edificios interesantes se ven en el paseo. En la plaza Plazuela, se encuentran varias casonas, con puertas en arco de medio punto o adinteladas. Entre ellas sobresale la Casa de Muriel. En esta plaza se encuentra el rollo jurisdiccional, sobre cinco escalinatas se alza la columna de cuatro cuerpos, el último con cuatro salientes y en lo más alto una veleta de hierro.
Desde aquí nos acercamos a la plaza Mayor para ver la iglesia. Lleva el título de Nuestra Señora del Pino. De estilo gótico renacentista, se comenzó a construir en 1591. De tres naves con bóvedas de crucería. El retablo mayor es barroco del siglo XVII y hay otros de estilo rococó del siglo XVIII. En esta plaza también se encuentra el ayuntamiento. Según una placa colocada junto a la iglesia, en esta plaza se encontraba el palacio de los Carrillo, incendiado en la Guerra de la Independencia. Y aquí se celebra cada 16 de agosto la Pinochada, fiesta declarada de Interés Turístico, en la cual las mujeres blanden el “pinocho” contra los hombres.
Un paseo hasta por detrás de la iglesia permite desde un mirador ver unas vistas espectaculares.
Seguimos callejeando y nos encontramos “El Portalejo”, un pasadizo bajo una vivienda que une la parte alta y baja del núcleo urbano antiguo. Es muy pintoresco.
Dese aquí bajamos por callejuelas hasta donde habíamos dejado el coche. Nos acercamos a la ermita de la Soledad. Es del siglo XVI de estilo gótico. Junto a esta un crucero. En esta plaza destaca una casa de indiano muy llamativa.
No queremos marcharnos sin ver el Lavadero. Este se encuentra junto al río Remonicio y se construyó en 1872, fruto de la donación de unos emigrantes del pueblo en Veracruz, tal como se señala en un dintel de la puerta lateral. Está cubierto y lo sustentan vigas de madera. Según hemos leído en el pueblo existían otros lavaderos donde se lavaba la lana del ganado de La Mesta, organización que controlaba la trashumancia y todo el negocio de la lana en origen.
Nos toca marcharnos, pero Vinuesa tiene mucho más que ver, vamos camino de la Laguna Negra, y en esta época del año oscurece muy pronto. Escribiremos sobre ella en otra ocasión.
Texto: Vicente Vivancos
Fotos: Mayka Ramos.