13 de abril de 2024, 11:41
Los montes públicos en España pueden ser de dominio público o demaniales, bien por razón de su aprovechamiento como montes comunales, o bien por cualquiera otra afección a un uso o servicio público. Todos ellos gozan de un régimen jurídico especial y son inalienables, imprescriptibles e inembargables.
Para alcanzar el Congreso de la propiedad comunal se quiere movilizar a alcaldes y representantes locales como adalides de los propietarios de masas forestales que han conseguido preservar, tras siglos de cuidado y escrupuloso mantenimiento, una riqueza medioambiental única, referente internacional para los pueblos forestales y ejemplo en los núcleos rurales que, en muchos casos, viven sin poder aprovechar el entorno que los rodea.
Viendo cómo los montes apenas han tenido un valor para los gobiernos centralistas, - con medidas incomprensibles que todavía están perpetuadas en la actualidad-, es casi un milagro que permanezca en activo la Suerte de Pinos en los términos municipales de la comarca pinariega. Es como un reducto que sobrevive contra viento y marea, para el reparto de beneficios de una propiedad comunal, y sobre el que gira una vinculación singular a esta tierra. Es una seña de identidad. Algo nuestro, tangible, hereditario. Toda una responsabilidad.
Sin embargo, la distorsión que está sufriendo esta forma de regular el mantenimiento y aprovechamiento de las masas forestales puede poner en peligro la continuidad de este privilegio/obligación mantenida en el tiempo y que ha tenido que hacer frente a numerosos y distintos problemas económicos, sociales y de derecho constitucional. El excesivo gravamen por parte de Hacienda, la falta de ayudas, la incomprensión y la falta de empatía con el mundo forestal, al contrario que con el espacio agrario, lastra el futuro de esta práctica histórica.
Los carreteros centran la vigesimoquinta ruta carreteril en un recorrido por pueblos en los que sigue viva la Suerte de Pinos. Del 19 al 23 de abril, bueyes y carretas se desplazan por senderos, caminos y vías de la comarca pinariega, en apoyo a la declaración de la Suerte de Pinos como bien de interés cultural de carácter inmaterial, proceso que arrancó en Asopiva, y que ahora precisa de todo nuestro respaldo.
Es fundamental la unión. Si actuamos cada pueblo y ayuntamiento por su cuenta, esto tiene visos de terminar. Hay que fundir esfuerzos, poner en común problemas, sumar voluntades y ejercer presión sobre quien gobierna y no entiende este sistema de preservar la propiedad comunal. El Congreso puede ser una oportunidad para dar un giro que logre potenciar la Suerte de Pinos. Mañana quizá sea tarde.
Para alcanzar el Congreso de la propiedad comunal se quiere movilizar a alcaldes y representantes locales como adalides de los propietarios de masas forestales que han conseguido preservar, tras siglos de cuidado y escrupuloso mantenimiento, una riqueza medioambiental única, referente internacional para los pueblos forestales y ejemplo en los núcleos rurales que, en muchos casos, viven sin poder aprovechar el entorno que los rodea.
Viendo cómo los montes apenas han tenido un valor para los gobiernos centralistas, - con medidas incomprensibles que todavía están perpetuadas en la actualidad-, es casi un milagro que permanezca en activo la Suerte de Pinos en los términos municipales de la comarca pinariega. Es como un reducto que sobrevive contra viento y marea, para el reparto de beneficios de una propiedad comunal, y sobre el que gira una vinculación singular a esta tierra. Es una seña de identidad. Algo nuestro, tangible, hereditario. Toda una responsabilidad.
Sin embargo, la distorsión que está sufriendo esta forma de regular el mantenimiento y aprovechamiento de las masas forestales puede poner en peligro la continuidad de este privilegio/obligación mantenida en el tiempo y que ha tenido que hacer frente a numerosos y distintos problemas económicos, sociales y de derecho constitucional. El excesivo gravamen por parte de Hacienda, la falta de ayudas, la incomprensión y la falta de empatía con el mundo forestal, al contrario que con el espacio agrario, lastra el futuro de esta práctica histórica.
Los carreteros centran la vigesimoquinta ruta carreteril en un recorrido por pueblos en los que sigue viva la Suerte de Pinos. Del 19 al 23 de abril, bueyes y carretas se desplazan por senderos, caminos y vías de la comarca pinariega, en apoyo a la declaración de la Suerte de Pinos como bien de interés cultural de carácter inmaterial, proceso que arrancó en Asopiva, y que ahora precisa de todo nuestro respaldo.
Es fundamental la unión. Si actuamos cada pueblo y ayuntamiento por su cuenta, esto tiene visos de terminar. Hay que fundir esfuerzos, poner en común problemas, sumar voluntades y ejercer presión sobre quien gobierna y no entiende este sistema de preservar la propiedad comunal. El Congreso puede ser una oportunidad para dar un giro que logre potenciar la Suerte de Pinos. Mañana quizá sea tarde.