Espartaco, el gran gladiador, nació en Tracia en el año 113 antes de Cristo. Tras desertar de las tropas auxiliares de Roma fue condenado a ser un esclavo. Pasó años de hambre y miseria trabajando como una animal en las canteras de yeso. Allí, debido a su brutal fuerza física y a su carácter recio e indomable llamó la atención de un mercader de esclavos. Decidió comprarlo y así es como entró a formar parte de la prestigiosa escuela de gladiadores de Capua de Léntulo Batiato. De allí consiguió huir en compañía de setenta gladiadores a los que consideraba sus hermanos y refugiarse en el legendario Monte Vesubio. Su fama fue creciendo y muchos otros esclavos siguieron su camino. Roma decidió salir a su encuentro con un pequeño ejército que terminó masacrado. Tras la humillante y dolorosa derrota lanzó contra el 3000 hombres liderados por Cayo Claudio Glabro que también fueron derrotados. Al final, el comandante en jefe de los esclavos tuvo que enfrentarse a las legiones de Craso en el año 71 antes de Cristo. Su ejército de 70.000 esclavos pereció cruelmente en una batalla épica que siempre será recordada en la historia de la humanidad. Su cadáver jamás fue hallado. Ni entre los crucificados ni entre los caídos en batalla.
Más de 2000 años después la historia continúa. Somos los esclavos del siglo XXI. Y es que es cierto lo que afirma Jodorowsky; los pájaros que nacen en una jaula creen que volar es una enfermedad. Y es que la realidad es sangrante. 11 millones de personas viven en exclusión social en España y seis millones en situación de pobreza extrema. El precio de la luz y de los combustibles nos sigue condenando a la supervivencia. En el último año el precio de los alimentos se ha incrementado en un treinta por ciento. Los ganaderos, agricultores y comerciantes del mundo rural están en la ruina. Las protestas en las cales se suceden bajo un clima de desesperación y enfado sin precedentes. Los autónomos, el pilar económico de este país, serán en 2023 más pobras que nunca y muchos de los que todavía no han echado el cierre lo harán. La pandemia nos está condenando económica, política, social y sanitariamente. Vivimos la dictadura impuesta por esa raza de políticos ineptos, ignorantes, incompetentes, corruptos, bellacos, enfermos e incapaces que gobiernan nuestras vidas. Gorrinos que engordan su bolsillo y su alma en las instituciones mientras nosotros mendigamos un trozo de pan. Ha llegado el momento. ¡Debemos despertar! Ahora más que nunca todos somos Espartaco. La Roma más putrefacta y corrupta vive ahora en nuestras instituciones. ¡Tomemos de nuevo las calles! Luchemos juntos de nuevo. En juego está lo más preciado de nuestras vidas, nuestra propia libertad.
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