viernes. 22.11.2024

La vida rural a escena

Estamos de moda. La vida rural se desangra desde hace mucho tiempo con un diagnóstico de extrema gravedad.


 


 

Los síntomas de despoblación son alarmantes. Eso lo sabemos todos. También nuestra clase política y los diferentes gobiernos que han llevado las riendas de nuestro país. Ahora toca volver la vista a los pueblos. Las miradas se ocupan en otear otros cielos no contaminados; el alma acaricia el silencio perdido entre ruidos de coches en las calles; se desea el regreso a los paseos por entre caminos hechos de pura naturaleza; en los sueños nace una bucólica vida de pueblo en compañía de gentes que se fueron... 
Conocemos nuestra historia de la despoblación. Hasta la entrada de la década de los sesenta vivíamos de lo que producíamos en los pueblos. El índice de natalidad era alto y los servicios públicos así como las necesidades  económicas se paliaban sin concesiones al dispendio. En los años sesenta llegó la era de la industrialización favorecida por varios factores: A) Entrada de capital extranjero. B) La creación de grandes empresas: ENASA, ENDESA, SEAT… C) Aparición de la Sociedad de la Producción; se fabrican productos que consumimos: coches, electrodomésticos, textiles… Y con estos mimbres se tejen las sociedades empresariales que se ubican en las grandes urbes y necesitan mano de obra sostenible. La población abandona la vida rural y emigra a las ciudades. Así hasta fin de siglo cuando la juerga capitalina entra en declive. La fabricación en España poco a poco va dejando de ser rentable y el pelotazo de la construcción deja los bolsos llenos a los propietarios y a los obreros en el paro. Ahí andamos.
Las razones que llevaron a la gente fuera de los pueblos ha desaparecido. España ya no es productora. Ahora vivimos en la Sociedad de la Información (tecnología, patentes, servicios, productos financieros…) ¿Cómo afecta eso al trabajo?  Deducimos, por lo que estamos viendo, que la presencia física en el lugar del empleo no es indispensable y ello supone una cualificación en las nuevas tecnologías. Para generar trabajo autónomo se hace imprescindible una conexión digital a internet de máxima calidad en los pueblos. Conozco gente que su vida la lleva cosida a estas tecnologías y prosperan. Pueden regresar a la vida rural aquellos emprendedores y ciudadanos y encontrar sus derechos protegidos: sanidad, educación, carreteras viables y atenciones de urgencia. Todo ello lleva un coste menor si lo comparamos con otras inversiones e  infraestructuras (autopistas, túneles, aeropuertos inútiles y demás excentricidades). Tenemos como añadido, unos montes que nos abren sus paisajes para un turismo rural de mucha enjundia. Estos pinares nos hablan de puestos de trabajo en los pueblos para su cuidado y rentabilidad sin la cobertura de las grandes empresas que ni los conocen, ni los quieren.
    En la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) se ha creado ahora un Comisión para la Despoblación.”La despoblación se debe tener en cuenta a la hora de distribuir fondos a escala europea, nacional y autonómica.” Eso y muchas más cosas dicen. ¿Sólo palabras? Los paisanos nuestros no van de palabras sino de hechos.  En Hontoria del Pinar tuvo lugar una reunión de personas preocupadas por el descenso de la población en los pueblos de pinares. Allí hablo la doctora Molina sobre la despoblación. Fue tan didáctica y persuasiva en su discurso que no tuvo otra respuesta en sus oyentes que la “de hacer algo”. Así nace “Repuebla”, una Asociación sin ánimo de lucro con unos voluntarios dispuestos a trabajar. Así se empieza. ¡Animo!
   
    


 


 

La vida rural a escena