Por fin los fríos de un invierno dilatado y casi glacial han dado paso, sin concesiones a la primavera, a un verano de días cálidos y atardeceres de ensueño.
Desde hace unos años, unos cuantos amigos hicieron realidad sus sueños de recordar la trashumancia de los rebaños de ovejas merinas hasta tierras de Extremadura.