Que el vino ya está elevado a la categoría de arte es algo que saben bien los bodegueros de pro. En este contexto y en el marco de una de las ferias enológicas más importantes del panorama nacional, Burgos Alimenta ha acudido a la Barcelona Wine Week con veinte representaciones de su terruño. Veinte ejemplos de cómo el vino burgalés ya copa las vitrinas del mercado enológico español, europeo y en no pocos casos, también al otro lado del Atlántico. Las empresas participantes han sido: Bodegas Buezo, Hacienda El Ternero, Altos del Terral, Bodegas Hermanos Páramo Arroyo, Bodega San Roque de la Encina, Bodegas y Viñedos Gallego Zapatero, Bodegas Nabal, Bodegas Altos de Enebro, Bodegas Viyuela, Bodegas Prado de Olmedo y Valle de Monzón, Martín Berdugo, Bodegas y Viñedos Roberik, Bodega Viña Buena, Enológica Wamba, que ha acercado hasta Barcelona su Vino Friki (Vinos de la Tierra de Castilla y León), Dominio Basconcillos, Bodegas Casajús, Milénico, Abadía de Acón, Bodegas Palacio de Lerma y Viñedos Pomar.
Guadalupe Ruíz García – Murga es directora comercial de la Bodega San Roque de la Encina, una de las primeras que inició el camino en Ribera del Duero. “Queremos ir metiéndonos en el plano del enoturismo para mostrar al viajero cómo eran las bodegas subterráneas primigenias, cómo se hacía en nuestra tierra el vino antaño y, en definitiva, cómo se inició el camino del vino en Ribera del Duero con la unión de los pueblos y el sistema cooperativo, que al final es lo que somos”. La apuesta por el vino rosado ha copado una parte importante dentro del escaparate de esta feria, como es el caso del rosado de esta bodega, elaborado en depósito de hormigón. La variedad Tempranillo de Ribera del Duero ha conquistado los paladares de los cientos de visitantes que ha pasado por los pasillos con aroma burgalés.
En el caso de Milénico, bodega situada en San Martín de Rubiales, Juan Manuel Martínez Hornillos pone en valor su rosado. Más anaranjado, huyendo de los rosas chicle. “Es especial, entre un blanco y un tinto, sin nada de maceración ni hollejos, fermentado en frío. Todos nuestros vinos son ecológicos, con mínima intervención. Esta es una oportunidad de ver a clientes consolidados, sobre todo internacionales, y de abrir camino. Es una buena plaza. Y sí, la oferta enoturística ahí está, si nuestros clientes nos lo piden, enseño viñedos y nuestras bodegas antiguas. Es algo que no podemos obviar”.
También Abadía de Acón (Castrillo de la Vega) ha acudido con su muestrario a Barcelona. Carlos Carrasco Martín, gerente de la bodega, incide en que el vínculo del vino con la cultura viajera cada vez se ofrece más bajo demanda. “Si alguien nos llama, podemos concertar una visita a la bodega y al entorno. Además, tenemos un club con acceso libre a la bodega donde disfrutar de una comida o cena con amigos en un espacio reservado solo para ellos”. En cuanto al escaparate que supone para sus vinos una feria como la BWW, responde: “Ahora, cuando todo el mundo mira hacia fuera, nosotros nos estamos centrando en el plano nacional, aunque sin dejar de mirar a nuestros importadores en Alemania, Suiza u Holanda, EE.UU., Canadá, México, Australia o China. Sólo que esto ya lo hicimos antes”.
Otro de los stands concurridos ha sido el de Bodegas Nabal. “Desde el inicio de la pandemia hasta ahora, solo podíamos enviar muestras y catarlas con nuestros clientes a través de la pantalla. Sin embargo, hoy por ejemplo, han pasado por aquí clientes de Guatemala, El Salvador y Perú. Esto es un comienzo, hemos traído todas nuestras añadas, también las nuevas”. A la pregunta de si el vino y el arte ya son un único ente, apelan al cuadrilátero mágico de la zona donde se ubica Nabal: “Estamos entre Aranda, Silos, Covarrubias y Lerma, una oportunidad única para conocer cómo se elabora el vino y también para visitar nuestro entorno, comer en los restaurantes maravillosos que hay en Burgos… Además, tenemos un hotel con veinticinco habitaciones e instalaciones de última generación que abrimos en fines de semana y festivos”.
Barcelona Wine Week es, según cuentan los bodegueros burgaleses, un entorno de contacto primordial con posibles distribuidores nacionales e incluso extranjeros. Un centro de reuniones donde otra de las Denominaciones de Origen burgalesas ha centrado las miradas: Arlanza. Ramiro García Arnaiz es el presidente de esta Denominación de Origen. “Estamos lanzando una serie de experiencias turísticas desde Arlanza, con las que liderar rutas enológicas en España. Todo Arlanza hace un millón de botellas al año, por lo que vamos a un público de poder adquisitivo medio – alto, que consume en tienda especializada, buenos restaurantes, wine bars o a través de la web”. Desde las Bodegas Palacio de Lerma, con proyectos tan singulares como Radikal Wines, su equipo también está comprometido con el auge del enoturismo. “Ofrecemos talleres para elaborar tu propio vino, catas a ciegas, picnic en viñedo… Al final lo que hacemos es embotellar paisajes. La biodiversidad de España es tan grande y tan rica que hay que mantenerla. Lo que queremos hacer son vinos que saben a vinos y no a maderas. Vinos naturales, con una mínima intervención, con ediciones muy limitadas”.
En esta línea también se posicionan desde Bodegas Buezo, con Nanja Wierda como consultora y experta en vinos. “Estos días han pasado por el stand muchos importadores del Norte de Europa que quieren explorar más allá de lo conocido. En España y por lo tanto, en Burgos, tenemos pequeñas Denominaciones de Origen y eso es una oportunidad para dar a conocer proyectos individuales y muy interesantes. Que en Kentucky o en Nueva York conozcan los vinos de Arlanza, es algo único”. Fernando López – Arce, enólogo de Bodegas Buezo, va más allá del vino, y apela a la identificación. “Al final estamos aquí para que nos vinculen con un lugar, con una Denominación de Origen. Queremos que el importador extranjero nos sitúe”. En Buezo, el cliente y viajero tiene la opción no solo de conocer los vinos, también de vivir experiencias personalizadas. “Se pueden hacer recorridos por uno o los cuatro vinos de nuestro portfolio, o de estos con maridaje, una comida en el restaurante, cursos de iniciación a cata, visitar el viñedo o venir en época de poda… Lo que no queremos es estandarizar, sino tratar a la gente de forma personal y cercana”, dice Miguel Corral, responsable comercial.
La presencia de las bodegas burgalesas en la BWW se ha cerrado con Hacienda El Ternero, con una singularidad única por ser una bodega situada en Rioja Alta. “La finca está en Burgos, pero con acceso por cuatro sitios riojanos. Te tienes que desplazar hasta nuestra finca ad hoc, por lo que intentamos que las experiencias turísticas sean personalizadas. La bodega es nuestro sello de identidad, obviamente, pero si viene alguien más entendido en el mundo del vino, le ofrecemos una gama variada de opciones”, CUENTA Nerea García – Alcubilla, directora de esta bodega familiar. Protegida por los Montes Obarenes, la Hacienda El Ternero se sitúa en la continuación de Sierra Cantabria. Un entorno único, donde en su día el cereal dio paso al viñedo y donde Burgos se expresa a través de la Tempranillo, la Viura, la Garnacha Blanca, o la Sauvignon Blanc”.