Elecciones municipales de 1933
En 1933 el gobierno aprobó una nueva ley electoral para que todos los ayuntamientos poseyeran un consistorio elegido por los ciudadanos mediante votación. El motivo era porque en las elecciones municipales de 1931 en algunos pueblos sus concejales habían sido designados sin elección pues los candidatos eran igual o menor número a los que se tenían que elegir. Se celebraron el 23 de abril de 1933 para subsanar esa circunstancia.
Por primera vez se permitió votar a las mujeres en las mismas condiciones que a los hombres y los candidatos acudieron con una adscripción a un partido político que les diferenciaba de sus rivales. La politización llegaba al mundo rural a través de estas elecciones. Desaparecieron los candidatos monárquicos y hubo una polarización entre republicanos y derechas. La campaña no fue especialmente intensa y sus ecos apenas llegaron a la prensa. Diario de Burgos solo se hizo eco de los comicios al publicar los resultados en los dos días siguientes de su celebración, quizás porque en Burgos capital no hubo en este día elecciones.
Solo se realizaron votaciones en Arauzo de Salce (2 radicales socialistas, 1 socialista, 1 republicano conservador y 2 agrarios), Campolara (6 radicales socialistas), Carazo (4 de Acción Republicana y 2 radicales socialistas), Hoyuelos de la Sierra, Jurisdicción de Lara, Mambrillas de Lara (1 socialista, 5 agrarios y 1 indefinido), Peñalba de Castro (6 de Acción Republicana), Pinilla de los Moros (2 de Acción Republicana, 3 agrarios y 1 indefinido), Santo Domingo de Silos (6 radicales y 3 indefinidos), Torrelara (seis agrarios), Vilviestre del Pinar (4 socialistas y 3 adictos), Villaespasa (5 de Acción Republicana y 1 radical socialista) y Villoruebo (2 socialistas, 2 republicanos conservadores y 2 agrarios).
Acaso algunos de estos concejales electos fueran los mismos que anteriormente se llamaban monárquicos, liberales, conservadores... Por primera vez se descubrió en un plebiscito que los pueblos no eran mundos aislados ajenos a la política nacional.
En abril de 1936 se habrían tenido que celebrar elecciones municipales, pero el gobierno las aplazó en vista de las condiciones inestables que atravesaba el país. Las fuerzas políticas «no fueron capaces de realizar elecciones municipales independientes del gobierno de turno, como se debía haber hecho. De modo que cada vez que se cambiaba de Gobierno central —y lo hizo en 1933 y en 1936 con signos opuestos—, cambiaban los concejales de muchos ayuntamientos, entrometiéndose en particular los gobernadores civiles, que intervenían de continuo en los ayuntamientos».
Estabilidad de los ayuntamientos
Hasta la llegada de la República los caciques municipales, con más capacidad económica que el resto, detentaban el gobierno local en algunos pueblos, del que se sentían propietarios, y vieron a los de la izquierda como unos advenedizos. En Palacios de la Sierra el poder municipal se repartía entre las familias pudientes. Un cacique instruía a así a sus hijos: «Aunque entre los hermanos os llevéis mal, que al menos uno se encuentre en la “casa grande” [Ayuntamiento]». La lucha entre caciques estaba presente. El cura de Canicosa de la Sierra al inicio de la Guerra civil denuncia que Quintanar de la Sierra tiene como norma hacer de la política una profesión «y las luchas locales y las banderías y personalismos han estado siempre a la orden del día... que ya en tiempos de la primera y feliz dictadura del malogrado Primo de Rivera hubo de haber quejas, inspecciones y visitas de delegados gubernativos, gobernadores, etc.; que son muchas las personas que siempre han ambicionado los cargos concejiles y que propiamente las personas verdaderamente de derechas son contadas, como se puede comprobar por el reducido número de personas que en los últimos sufragios favorecieron a las derechas, netas; por el pésimo cumplimiento pascual, asistencia a actos religiosos, protección a los párrocos, descanso dominical etc., auge de las sociedades del Frente Popular, número de afiliados a sociedades obreras izquierdistas, chaqueteo político según los que mandaban o podían mandar etc.».
En el periodo republicano la composición de los ayuntamientos fue estable en Canicosa de la Sierra, Moncalvillo, Hacinas, Quintanarraya, Quintanar de la Sierra, Monterrubio de la Demanda... pues los ediles elegidos en 1931 permanecieron hasta 1936. En otros pueblos se produjeron tres cambios de alcaldes, lo que indica afloramiento de tensiones políticas. Si algún concejal renunciaba al cargo, el gobernador de turno nombraba interinamente otro del signo político del gobierno central. En 1933 renunciaron al cargo 4 concejales de Palacios de la Sierra y el gobernador civil nombró interinamente otros tantos de tendencia izquierdista; con la llegada de la CEDA al gobierno a finales de 1933, el gobernador civil cesó a los concejales interinos y nombró a otros derechistas y el propio alcalde en 1934 presentó su dimisión, que no de concejal. Con motivo de la huelga general revolucionaria convocada en toda España el 5 de octubre de 1934, que dio origen a la Revolución de Asturias, el gobernador civil suspendió en octubre de este año a cuatro concejales socialistas del ayuntamiento de Burgos como «presuntos autores, directores o inductores en esta ciudad de la rebelión producida por elementos afiliados a la UGT». Suspendería al alcalde y a los concejales de Salas de los Infantes Pedro Regalado Martínez, Adalberto Bengoechea, Valentín Vicente “Repiso” y Federico Martínez, por expediente gubernativo tras los sucesos de Asturias «por ser personas propicias a toda intentona sediciosa, ya que así lo han demostrado en la pasada huelga revolucionaria [octubre de 1934], según informes del comandante del puesto de la guardia civil». Y el día 18 de octubre de 1934 cesó al alcalde y cinco concejales de Hontoria del Pinar como incursos en una causa grave «por su actuación durante la huelga general revolucionaria iniciada el día 6 de octubre».
Entre febrero y marzo de 1936 el gobernador civil disolvió los ayuntamientos de Arauzo de Miel, Castrillo de la Reina, Canicosa de la Sierra, Hinojar del Rey, Huerta de Rey, Monasterio de la Sierra, Palacios de la Sierra, Quintanar de la Sierra, Quintanarraya, Regumiel de la Sierra, Salas de los Infantes, Santo Domingo de Silos, Vilviestre del Pinar… y nombró concejales afines al Frente Popular para formar las comisiones gestoras municipales. En los nuevos nombramientos fueron consultados por el gobernador civil Arsenio Martínez y Julio Mazuelas, presidente y secretario respectivamente de Izquierda Republicana en Salas de los Infantes, miembros de la Junta Comarcal del Frente Popular y de gran prestigio entre la izquierda.
La inestabilidad nacional en política durante la República se manifestó también en los pueblos. Una muestra puede verse en Regumiel de la Sierra. En las elecciones municipales de 1931 el candidato con mayor número de los votos de los seis concejales fue el republicano Sotero Chicote Ruiz. En la votación de los concejales electos para nombrar alcalde se produjo un empate a tres votos entre Sotero y Domingo Ibáñez; se resolvió el empate con un sorteo en el que salió agraciado Domingo. En junio de 1933 Domingo renunció a la alcaldía siendo elegido Sotero. En agosto de 1934 este también renunció y la alcaldía recayó en Marcelino Lázaro Martínez que había sido nombrado concejal por el gobernador. En noviembre de 1934 el delegado gubernativo (gobierno de Lerroux) suspendió a tres concejales interinos y cesó al alcalde; nombró otros cuatro de tendencia derechista y alcalde a Alejandro Ruiz Abad. El día 23 de febrero de 1936 a propuesta del gobernador civil tomó posesión la comisión gestora del ayuntamiento de tendencia izquierdista siendo nombrado alcalde Marcelino Lázaro.
Avanzadilla política de ayuntamientos republicanos
Castilla se mostró en contra a los intentos autonómicos de Cataluña, sin embargo, se planteó una propuesta por parte del pueblo burgalés de La Horra que incitaba al ayuntamiento de Burgos a convocar una asamblea para desarrollar un Estatuto Castellano. Fue la respuesta a los regionalismos periféricos. A mediados de mayo de 1931 los ayuntamientos de Villafruela, Aranda de Duero, Lerma, Castrojeriz y Villadiego envían sendos escritos a la Diputación Provincial «solicitando una Asamblea de Municipios castellanos para que se realice el Estatuto de Castilla que deba regular la autonomía federativa ante la República Española».
El 19 de mayo de 1931 el ayuntamiento de Palacios de la Sierra elevó una instancia a la Diputación de Burgos.
«Hace muchísimos años que entre la región catalana y el Gobierno español constituido, ha existido una tirantez de relaciones de la que siempre pagó los vidrios rotos la desdichada Castilla; aquella interesada porque se resolviera el pleito de su autonomía que constantemente solicitaba; el Gobierno Central sin salir de su vida rutinaria, sacrificando todo el comercio del resto de la nación para contentar en parte a los catalanes que amenazaban con independizarse, así las cosas hasta que la corrompida y carcomida Monarquía ha sucumbido.
Los intereses de Castilla no son iguales que los de otras regiones y menos que los de Cataluña, y con la República ha llegado el momento de trazar la forma en la que ha de regirse esta. Por otra parte, vemos la República de los Estados Unidos y la de Suiza, en que cada Estado y cada Cantón, no solo son distintos sus intereses sino sus costumbres, su religión y en la última inclusive su idioma, y a pesar de todo con el sistema República Federal en conjunto y los Estados y Cantones soberanos e independientes entre sí, en el que cada uno tiene sus limitaciones que se ha impuesto a su favor y en beneficio de la comunidad gozan de una independencia modelo de democracia. Este alcalde rural, basado en estos modestos y toscos argumentos, con fecha 16 de mayo actual ha tomado un particular [acuerdo] que dice: «Hace presente el señor alcalde a sus compañeros la hora histórica que hoy atraviesa España, que aun cuando felizmente la República ha dado el paso gigantesco que anhelaban la mayoría de los españoles hasta que las Cortes Constituyentes digan la última palabra sobre la forma en que ha de regirse la dicha República, y teniendo en cuenta el deseo lo ha hecho por la región catalana, que adelantándose a las demás regiones se le ha concedido la autonomía federal, sería muy conveniente que nuestra región se ponga alerta para la defensa de sus intereses.
Quedan enterados [los concejales de la sesión del ayuntamiento] y acuerdan, que teniendo en cuenta las atinadas razones expuestas por el señor alcalde, se eleve respetuosamente instancia a la Excma. Diputación para que convoque a una asamblea de municipios burgaleses y aún más factible a toda la región castellana para regular la autonomía federativa de Castilla, que por derecho se nos debe conceder».
El ayuntamiento de Palacios de la Sierra en mayo de 1931 acuerda «se eleve respetuosa instancia a la Excma. Diputación para que convoque una asamblea de municipios burgaleses y aún más factible a toda la región Castellana para regular la Autonomía que por derecho se nos debe conceder».
Además, el ayuntamiento palanciano solicitó «al gobierno de la República la supresión de la Diputación por ser una rémora para los Municipios». Ante la sentencia a la pena capital de los implicados en la muerte de cuatro guardias civiles [1936] propone «se eleve respetuosa instancia al gobierno en súplica de que sean indultados los reos sentenciados por los sucesos de Castilblanco (Badajoz)». Y tras las elecciones de 1936, ganadas por el Frente Popular, saludó a los presos políticos y sociales amnistiados de la Revolución de Asturias.
El ayuntamiento de Salas de los Infantes se adhirió al escrito del alcalde de Barbastro (Huesca) para la supresión de las diputaciones.
Deficiente administración municipal
Los ayuntamientos revisaron las cuentas de sus predecesores; otros solicitaron al gobernador un delegado para que las inspeccionase. Esto debió irritar a quienes habían monopolizado los cargos municipales o porque se les acusase de ineficaces o porque se ponía en duda su honestidad. ¿Había corrupción? ¿Fue algo que estaba en los programas electorales? Así el de Monasterio de la Sierra examinó las del ejercicio 1929 y fueron aprobadas en todas sus partes. El de Regumiel de la Sierra a finales de mayo de 1936 aprobó en sesión revisar la gestión económica del ayuntamiento entre los años 1931-36 dada la anarquía que existía en ellas. El de Quintanarraya en 1932 se revisaron las cuentas del ayuntamiento desde 1922 a 1929. El de Pinilla de los Barruecos revisó las cuentas desde 1924 a 1930 porque aparecían sin contabilidad y era creencia que estaban distraídas algunas partidas y otras sin la justificación debida e incluso con pagos indebidos. El delegado del gobernador en 1934 da a conocer a los concejales de Espinosa de Cervera «el desastre que existe en la administración municipal, pues no se llevan libros de contabilidad de ningún género ni se han confeccionado las cuentas municipales desde el año 1926» y en enero de 1935 el delegado gubernativo cesó al ayuntamiento y concejales por «negligencia en la administración»; el secretario renunció a su cargo.
Fueron inspeccionadas las cuentas del ayuntamiento de Salas de los Infantes de los años 1930 a 1934; estaba presente la denuncia de malversación de fondos en 1930 del depositario. El de Quintanar de la Sierra supervisó la contabilidad municipal en los años de la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930); no pudo comprobarse la apreciación de haberse cometido algún delito. Procedimientos análogos siguieron los pueblos de Castrillo de la Reina, Santo Domingo de Silos…
En ningún pueblo se pudo demostrar corrupción en los ayuntamientos.
La emigración
En el periodo 1901-1930 en el partido de Salas de los Infantes emigraron 9.594 personas. La emigración hasta 1914 se dirigió esencialmente hacia América. El éxodo rural también tuvo su destino hacia Madrid y el País Vasco.
En plena crisis de la República los obreros buscaron trabajo en las obras públicas como la construcción de pantanos en las provincias limítrofes de Soria y la Rioja. En el de La Cuerda del Pozo en Soria se contabilizaron trabajando 5 obreros de Vilviestre del Pinar y otros 5 de Canicosa de la Sierra; y en el de Ortigosa de Cameros en la Rioja 1 de Barbadillo del Mercado, otro de Quintanar de la Sierra y 2 de Monterrubio de la Demanda. Otros serranos fueron a buscar trabajo hasta las minas de hierro en La Arboleda (Vizcaya).
Los obreros y crisis obrera
Los asalariados se limitaban a unos pocos jornaleros en el campo, aserraderos, tejeras, ferrocarril, construcción, trabajo en montes, industria resinera… y pastoreo.
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El 6 se abril de 1933 el Jurado Mixto del Trabajo Rural de la provincia de Burgos publicaba en el Boletín Oficial de la Provincia las bases de trabajo agrícola, vigente para un año. Establecía la no contratación de jornaleros forasteros hasta que no se cubriera la disposición de los trabajadores de su municipio; la jornada de ocho horas; un jornal mínimo entre 3,50 y 5 pesetas diarias según zonas; el jornal de la mujer un 30 por ciento inferior al del hombre; la obligatoriedad de tener asegurados a los obreros de los accidentes laborales; concesión de siete días de vacaciones retribuidos a los trabajadores que llevaran un año empleados; asistencia médica y medicamentos sin descuento del jornal en caso de enfermedad el obrero...
La asunción de estos derechos por parte de los obreros será un caldo de cultivo para crear un clima de “violencia soterrada” en la sociedad tradicional. Los trabajadores comenzaron a tener en consideración su fuerza como grupo social y trataron de mejorar su situación.
«El 25 de julio de 1933 los jurados mixtos [integrados por 6 patronos, 6 obreros y 1 secretario nombrados por el Ministerio de Trabajo] establecieron jornales mínimos [para trabajadores del campo] para los partidos de Aranda de Duero, Burgos, Lerma y Roa de Duero de cinco pesetas, mientras que Salas de los Infantes se encontraba entre los de cuatro, todos con manutención, aunque podía ser “a seco” por lo que si llueve no se trabaja, pero tampoco se cobra».
El ayuntamiento del Valle de Valdelaguna en enero de 1932 acordó «señalar como jornal regulador en ese distrito el de 4 pesetas»; el de Quintanar en 5,50 pesetas para un bracero en 1933 y 6,50 en 1934, los de Pinilla de los Barruecos y Hontoria del Pinar, 5 pesetas para 1935. Con doce años algunos niños entraban a trabajar por 1,50 pts. Los escasos salarios de la mujer en Burgos oscilaban entre 2 y 2,50 pesetas diarias o de 30 pesetas al mes en el trabajo doméstico.
El mayor problema de los ayuntamientos serranos desde el inicio de la II República fue el paro obrero (crisis obrera) o la llamada cuestión social. Los ayuntamientos ofrecieron jornales al emplear a sus vecinos desocupados en trabajos municipales (coloño) para limpiar el monte, pavimentar las calles... Venía a sustituir en los ayuntamientos a la obreriza o trabajos comunitarios, obligatorios para los vecinos del municipio.
La crisis obrera afectó ya en 1931 a Huerta de Rey cuyo ayuntamiento se ve «en la necesidad de adoptar alguna resolución a fuer de atender al ruego de la clase proletaria u obrera, por haber recurrido a ella varios vecinos en demanda de trabajo». El ayuntamiento propuso el arreglo de varias calles y de caminos forestales, pero carecía de fondos suficientes a no ser que recurriese a un impuesto extraordinario, que no se llevó a cabo. Recibió 382 pesetas de subvención de la Diputación para obreros parados. Adoptó la medida de dar ocupación a tres cada día en la limpieza de cunetas alternando con trabajos en caminos forestales, pero «advirtiendo no se convierta en demanda acomodaticia y no de necesidad ya que se rumorea de obreros que en los días festivos gastan en vicio lo que les es de necesidad, acordando que se vigile esto». También aprobó la municipalidad a una lista de 23 familias necesitadas con derecho a beneficios sanitarios y médico-farmacéuticos.
El pueblo de Mamolar era esencialmente industrial en 1931 pues el 80 por ciento eran carpinteros que se dedicaban a la construcción de trillos, puertas y ventanas, según el corresponsal de Diario de Burgos. La crisis supuso que no se pudo vender la carpintería. La tuvieron que dejar en depósito en Huerta de Rey y Salas de los Infantes para ponerla a la venta en las venideras ferias. La recolección de la cosecha daba ocupación a la mitad de sus vecinos en el verano de ese año. Al divulgarse que se habían emprendido las obras de la construcción de los 4 kilómetros de la carretera de Mamolar a Arauzo de Miel buen número de trabajadores foráneos vinieron para ofrecerse a trabajar, pero se lo denegaron a favor de los locales. En el trabajo de esta obra se veía una forma de desquitarse de las pérdidas en la carpintería. Los mamolareños anhelaban la construcción de una nueva carretera desde esta villa al kilómetro 60 de la de Burgos a Soria en el término de Hacinas.
El ayuntamiento de Pinilla de los Barruecos reclamó al Ministro de la Gobernación cien mil pesetas ofrecidas a los pueblos de la provincia de Burgos para socorrer al obrero. El ayuntamiento de Vilviestre del Pinar solicitó un crédito a la Diputación de 56.796,45 pesetas para construir un trozo de carretera a continuación de la existente «para remediar en lo posible la crisis de trabajo» existente en la localidad.
El ayuntamiento de Neila abrió trabajos para empalmar el camino del Arroyo de las Arenas al collado de Riofrío. El de Canicosa de la Sierra solicitó a la Diputación Provincial participar en el concurso «subvenciones para obras con motivo de la crisis de trabajo» teniendo en cuenta que en la localidad el cincuenta por ciento viven del producto de su jornal. La cantidad que se le destinase sería para la mano de obra de la construcción de un lavadero público por un importe de 56.796 pesetas. El de Barbadillo de Herreros acordó hacer gestiones para realizar la obra la construcción de un camino vecinal que partiendo de Barbadillo Herreros se uniera a la carretera del valle de Valdelaguna para evitar la triste situación por la que atravesaban los jornaleros del pueblo. La comisión gestora de este ayuntamiento en mayo de 1936 viendo disminuir la población y que los obreros huían a otras comarcas en busca de trabajo «acordó solicitar del Ministerio de Agricultura y por conducto de la Jefatura del Servicio Forestal… por un periodo de 10 años, la roturación y cultivo del referido monte [Montazo]».
El de Quintanarraya en diciembre de 1931 acudió a la Diputación «solicitando la subvención a que a este pueblo pudiera corresponder para ayuda de la construcción de una escuela de niñas de nueva creación y de esta forma socorrer y remediar la crisis de trabajo que existe y ayudar a sus necesidades a los vecinos obreros más necesitados de la localidad».
El ayuntamiento de Quintanar de la Sierra solicitó las ayudas de la Diputación para paliar la falta de trabajo y le fueron concedidas 525,86 pesetas en enero de 1932 que fueron invertidas en el jornal de los obreros para reparar caminos a razón de 5,50 pesetas diarias. En noviembre de 1933 acordó incluir en el presupuesto una partida de 1.500 pesetas a petición de la Cooperativa de Producción y Consumo y del Centro Republicano Radical para reparar los caminos vecinales.
El ayuntamiento de Salas de los Infantes recibió 744,40 pesetas de la diputación de Burgos «para remediar la crisis obrera». La Sociedad de Oficios varios en un oficio presentado en el ayuntamiento de Salas de los Infantes «manifiesta la gran competencia que en la venta del cisco en esta Ciudad hacen personas de los pueblos inmediatos por lo que solicitan se impongan arbitrios sobre la introducción de tal artículo, ante la imposibilidad de buscar hoy trabajo para cubrir las primeras necesidades. Se acuerda que el presidente de dicha sociedad envíe una lista de los más necesitados con el fin de que se les dé trabajo en la semana próxima antes de la Nochebuena» de 1932. El ayuntamiento consiguió del Ministerio de Agricultura 20.000 pesetas para paliar el paro obrero, que fueron destinadas a la repoblación forestal de la dehesa de Santa Cecilia.
En 1933 se oye continuamente «que las cosas se están poniendo que no se puede vivir, y que a este paso no se sabe dónde iremos a parar, que en lo que se refiere a Salas de los Infantes, no pueden aplicarse tales palabras. Por el contrario, podemos afirmar [escribía el corresponsal de Diario de Burgos] sin temor a equivocarnos, que se los negocios van mal en otros sitios, se aprecian en la ciudad [de Salas] muchas e importantes mejoras, que denotan un evidente progreso, que se echa más de ver, en las casas en que se sirven comestibles y bebestibles». Cita el corresponsal las mejoras municipales: la construcción de la plaza de abastos y de un matadero más higiénico, la construcción de otra plaza cubierta para mercado de cerdos y amplio local de alhóndiga, el proyecto de construcción de nuevas escuelas y de aceras, acuerdo municipal para que los tejados no vertieran directamente el agua de lluvia a la calle... No menos importancia tienen las obras realizadas por los particulares: el palacio construido en el centro urbano por Honorato del Río, el chalet de Estanislao Medrano, las casas modernas de Adalberto Bengoechea y Arsenio Martínez, un local destinado exclusivamente para dar teatro, cine y bailes públicos... Añade los buenos negocios de las casas de comida: Camoto, Feliciano San José (Pallín) y Raimundo Molinero; y los no menos de 20 establecimientos dedicados a la “función humanitaria” de dar de beber al sediento entre tabernas y modernos bares. «Signo también revelador del progreso de la ciudad, es el que siendo ya insuficiente el auto diario que sale a las ocho de la mañana para Burgos, la casi totalidad de los días, se tienen que poner dos, que van y vienen completamente llenos».
Para el corresponsal salense de Diario de Burgos el paro obrero era casi inexistente a finales de 1935 como consecuencia de los trabajos de repoblación forestal, la construcción del Gran Casino y las obras del alcantarillado. Pero desde marzo de 1936 se vuelven a sentir sus efectos y los obreros de Salas tenían que recurrir a la mendicidad cuando finaliza la repoblación. Además, el comercio no vendía y la industria se resentía. En el verano los parados encontraban empleo en la recolección de la cosecha y en los trabajos en montes.
El ayuntamiento de Palacios de la Sierra «ordenó colocar varias fuentes y casetas en diferentes lugares del pueblo con el fin de proteger a los vecinos de la lluvia y de la intemperie cuando estaban en el campo» y exigió el cumplimiento en el peso estipulado para la venta del pan. Para aminorar el paro obrero entabló conversaciones con los pueblos de Cabezón de la Sierra y Moncalvillo para iniciar gestiones para la construcción de la carretera desde la Fuente del Espino (cruce de la carretera nacional Burgos-Soria con la carretera de Aranda de Duero) hasta Palacios. Ni siquiera se inició.
En 1932 el ayuntamiento de Rabanera del Pinar contrató obreros con una subvención de 5.589 pesetas de la Diputación para la mejora del camino de enlace del pueblo hasta el empalme de la carretera Burgos-Soria y así paliar la crisis de trabajo.
Las obras financiadas por el ayuntamiento de Pinilla de los Barruecos dieron trabajo a un buen número de vecinos. En mayo de 1936 se inauguró el frontón de pelota, se amplió el cementerio, se reformó el interior del ayuntamiento, se construyó el primer tramo del camino forestal a Mamolar y se trajo el agua con un presupuesto de más de 60.000 pesetas de las cuales 38.000 se dedicaron a jornales.
En Hontoria del Pinar se dejó sentir menos la crisis obrera debido al empleo proporcionado por las dos empresas resineras y a la gran cantidad de jornales dados por el ayuntamiento en trabajos de montes, arreglos de caminos, construcción del frontón y las dos escuelas …
Por la ley de Colocación Obrera de 27 de noviembre de 1931 se creó la oficina de colocación obrera en el ayuntamiento de Quintanar de la Sierra y posiblemente también en el de Salas de los Infantes como cabeza de partido. Tenían como misión el registro de demandas y ofertas de trabajo, además de poner en contacto a los obreros demandantes con las empresas para su contratación. El ayuntamiento de Hinojar del Rey al promulgarse esta ley da cuenta al gobernador que «en esta villa no hay obreros parados por no tener necesidad de los mismos toda vez que en este pueblo cada uno por sí mismo los realiza los dichos trabajos por no serles necesarios otra persona para hacer la recolección y así sucesivamente anualmente».
DOCUMENTOS CONSULTADOS
Actas de los ayuntamientos de Espinosa de Cervera, Hontoria del Pinar, Palacios de la Sierra y Salas de los Infantes. Diario El Castellano. Diario de Burgos. GONZÁLEZ CALLEJA, Eduardo [et al.], La Segunda República. Barcelona: Ediciones Pasado y Presente. PALACIOS GONZALO, Antonio, Exterminio y represión en el sur de la provincia de Burgos, Inédito. Sumarísimo militar del teniente de la guardia civil Julio Martínez Hernaiz; Archivo Intermedio Militar del Noroeste de El Ferrol (La Coruña).