Los pueblos de la comarca de pinares tienen un vínculo muy especial con la provincia y la ciudad de Zaragoza. Son muchos los pinariegos que viven o estudian allí pero que siguen volviendo a sus pueblos para disfrutar de la familia, de la naturaleza y de la tranquilidad.
Rafael León, natural de Navaleno
Rafael León, natural de Navaleno, estudio el bachiller libre en la localidad soriana y después terminó el superior y la carrera de Magisterio en la ciudad de Soria. Su primer trabajo como profesor lo llevó hasta el conocido barrio de Casetas de Zaragoza. “Allí tuve la inmensa fortuna de conocer a mi mujer y además trabajando”. “Ella ejercía como profesora en la misma academia. La verdad es que llevamos 45 años juntos y hemos sido muy felices. Creo que el secreto es que nos llevamos muy bien”, comenta Rafa León. Rafael y su mujer Consolación tienen dos hijos. Baudilio, el mayor, vive en Utebo y Antonio, el menor en la capital maña. “Mi mujer ha sido además casi 20 años directora del Instituto. Todavía recuerdo con mucho cariño y algo de nostalgia aquellos años 70 en los que muchos aragoneses elegían Navaleno para pasar las vacaciones”.
“En aquella época muchos estaban en el pueblo todo el verano y otros tantos al menos un mes. Hoy, sin embargo, ya no es así. Ha cambiado radicalmente la forma de hacer turismo. Además, los veraneantes se quedaban gratamente sorprendidos por todos los servicios que ofrecía Navaleno. Nuestras piscinas eran la envidia de toda Soria y ofrecíamos todo lo que un veraneante podía necesitar”, aclara Rafa León. “La mayor parte eran de Zaragoza. Ese contacto ha sido y es uno de los motivos por los que mucha gente del pueblo ha emigrado para trabajar o para estudiar en la ciudad del Ebro. La relación con los veraneantes siempre fue muy amistosa. Había y hay muy buen trato y creo todos nos hemos integrado muy bien. La verdad es que los aragoneses nos tratan muy bien a los sorianos y nosotros también a ellos”, matiza Rafael.
Baudilio, el hijo mayor de la pareja, trabaja en la banca. Antonio, ingeniero de Telecomunicaciones, decidió emprender para crear una empresa de Tecnología Audiovisual que se llama Etiqmedia. “Ofrecen soluciones audiovisuales para televisiones, parlamentos, ayuntamientos, diputaciones o el mismo congreso”. “La montó en Zaragoza porque estudió allí y es donde ha hecho su vida. El mayor al principio tomo la decisión de estudiar la carrrera de magisterio. Sin embargo, después de terminar la carrera debió de pensar que había demasiados profesores en la familia. Por eso al final se decantó por la Banca”, matiza Rafa.
Rafael además ejerció como maestro en Casarejos durante treinta años. Después, con la creación del Colegio Rural Agrupado ejerció como director. “Antes Navaleno y todos los pueblos tenían muchísima vida. Las empresas familiares funcionaban y mucha gente joven optaba por permanecer en ellos. Sin embargo, los pueblos durante los últimos años han ido hacia atrás. Necesitamos un buen impulso para regresar a aquella época dorada recuperando poco a poco la población perdida”, concluye Rafa León.
Sara Galindo Carazo, natural de Hontoria del Pinar
Sara Galindo Carazo fue un niña muy feliz en su pueblo, Hontoria del Pinar, en la provincia de Burgos. Su madre Isabel Carazo tenía la pescadería y su padre Emilio Galindo trabaja en la caja del Círculo Católico de la localidad pinariega. Para una niña el pueblo era un territorio que explorar jugando en libertad. Para Sara aquellos fueron algunos de los mejores años de su vida. “Estudie la Educación General Básica (EGB) en Hontoria y después hice el BUP en San Leonardo”. Después, su inquietud por seguir formándose le llevo a estudiar para poder ser Técnico Superior de Laboratorio. “La madre de Daniel Poza, mi marido es de Hontoria. Lo conocí porque siempre iba a visitar a su abuela con la que pasaba los veranos. Decidimos establecernos en Zaragoza. Trabajé durante muchos años en una empresa pero con la crisis anterior decidieron trasladar todo a Barcelona. Creí que no era un buen momento y decidí dejar de trabajar para dedicarme en cuerpo y alma a mis hijos y a mi familia. Román es el mayor y tiene diez años. Daniel es el pequeño y tiene seis. Zaragoza es una ciudad muy comoda para vivir y lo cierto es que nos hemos adaptado muy bien”.
“Son muy agradables y algo besucones y suelen decirme que como buena castellana soy algo fría. No se si eso es así la verdad”, comenta Sara. Ella regresa al pueblo siempre que puede. Lo necesita. Hontoria forma parte de su vida y de sus mejores recuerdos y es el lugar en el que se siente verdaderamente feliz. En Hontoria además siguen viviendo sus padres y sus tíos y esa conexión con la familia es muy importante en su vida. “A mi marido y a los niños les gusta mucho el pueblo afortunadamente. Si no no sé lo que hubiera sucedido” (sonríe).
“Tengo la enorme suerte de poder disfrutar de las ventajas del pueblo y también de las ventajas que ofrece la ciudad. Hemos tenido además la enorme fortuna de poder contar con una casa espaciosa y con jardin en Zaragoza durante el confinamiento. Aun así, ha sido muy duro no haber podido ver a mis padres durante tanto tiempo”, aclara Sara. Es honesta cuando dice que sería muy complicado volver a vivir en Hontoria del Pinar. “En la vida nunca se sabe esa es la verdad. Aun así creo que no sería capaz de volver al pueblo. Si me iría a Burgos, una ciudad que me parece maravillosa. De todas formas, Hontoria sigue siendo mi lugar en el mundo y me gusta la idea de poder disfrutar de la vida rural y también de la vida en la ciudad. Mi hermana también dejó pronto el pueblo para estudiar Derecho en Madrid. Vive y trabaja allí. Mi hermano Gonzalo si decidió quedarse en el pueblo y trabaja en un aserradero de madera”, finaliza.
Javier y Eduardo de Pablo, dos hermanos de Casarejos
Javier y Eduardo de Pablo son dos hermanos de Casarejos que en el año 2001 aterrizaron en Zaragoza por motivos laborales. Con anterioridad habían trabajado en Soria como maquinistas. “Lo cierto es que todo se dio bien y decidimos crear nuestra empresa Excavaciones Hermanos de Pablo S.L. que en la actualidad tiene sesenta empleados”. “Zaragoza nos ha acogido con los brazos abiertos y de momento la empresa se está sobreponiendo muy bien al Covid 19. Si se ha parado algún pequeño proyecto, pero en general los más importantes siguen adelante y afortunadamente no hemos tenido que despedir a nadie”, comenta Javier de Pablo.
Es una ciudad cómoda para vivir y una gran urbe que ofrece multitud de oportunidades laborales. Eso sí, si soy honesto te diré que no me gusta nada el clima. Es muy frío en invierno y demasiado cálido en los veranos”. Javier tiene 43 años y Eduardo 39. Ambos están casados y tienen hijos. Sus mujeres Alicia y Jesica son de Casarejos.“Volvemos siempre que podemos porque amamos el pueblo y nuestras raíces. Además en el pueblo viven mis padres, mis suegros y mi hermano mayor. Mis hijos Rodrigo y Nerea de 11 y 7 años adoran el pueblo y pasan allí todo el verano., Mi hermano tiene una niña pequeñita de 1 año que se llama Sofía y también regresa a Casarejos en cuanto tiene la oportunidad. Nos gusta disfrutar de la familia, de la tranquilidad y sobre todo de la naturaleza”, explica Javier.
Tanto Javi como su hermano Eduardo echan mucho de menos su tierra. Sin embargo, Zaragoza les ha brindado la oportunidad de poder realizarse personal y profesionalmente. “Si tuviera la posibilidad de volver a Casarejos lo pensaría desde luego. Ahora lo veo muy complicado porque soy el Director General de una empresa y mis obligaciones desde luego están aquí. Si creo que los pueblos necesitan estímulos fiscales para atraer empresas y el apoyo institucional es muy importante. También considero esencial poder disponer de gente joven y preparada”, finaliza Javier.