Sin duda, estas danzas deben emparentarse con ritos paganos, siendo en esta cuestión de la procedencia u origen donde las teorías se enfrentan con mayor fuerza: la idea más generalizada, hace unos años, era dar a estas danzas un carácter guerrero. Pero también se va imponiendo la cuestión de atribuirlas cualidades propiciatorias y de fertilidad, emparentándolas de este modo con ritos agrarios ancestrales. Por otra parte, es un hecho indiscutible la creencia de considerar a la danza como elemento que favorece la germinación de cosechas. Esto puede verse refrendado en muchos de los pasajes de estos bailes, cuando los propios danzantes se inclinan hacia la tierra y clavan el palo en ella recordando esta actividad agraria de la siembra por medio de un bastón.
Son muchas las diferentes causas por las que estas tradiciones y ritos se han mantenido a lo largo de los siglos y quizá la más importante sea la religiosa. Como ocurre con otras tantas costumbres paganas, la religión cristiana las adoptó, no en el fondo, pero si en la forma y las incorporó a sus celebraciones y ritos, permitiendo su celebración dentro de las iglesias y adaptándose a las formas y costumbres de cada país o pueblo.
Según sabemos, antiguamente los palos se heredaban, pasando de padres a hijos este derecho y honor de danzar durante las fiestas religiosas. Durante las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado, estas danzas pasaron por cierta crisis debida fundamentalmente a la emigración de muchos jóvenes y a la adopción de nuevas costumbres extrañas para nuestro mundo rural. Afortunadamente hemos recuperado estas danzas para la cultura popular de nuestro pueblo.
Año tras año, los vecinos y visitantes presencian con gran emoción las Danzas del Paloteo en la Iglesia parroquial. Terminada la misa, los danzantes inician el baile, colocados en dos filas de cuatro, acompañados por la dulzaina y el tamboril, saltan y golpean rítmicamente palos y espadas, que utilizan según la danza.
Entre los danzantes suele haber un personaje llamado “zarragón”, ataviado con traje de colores vivos y muy llamativos. El zarragón es un integrante más del grupo, y su función es la de castigar a los danzantes que se equivocaban, aparte de molestarles y estar entrelazado con ellos. Pero la función fundamental del zarragón es la proteger al grupo, es decir que los espectadores no se acerquen demasiado a los danzantes. Otra de las funciones del zarragón, es la de sustituir a cualquiera de los danzantes en cualquier momento de urgencia, llevando siempre palos de repuesto por posibles roturas.
El vestuario de los danzantes está compuesto por:
- Calzón normalmente de color negro y en ocasiones de color rojo.
- Alpargatas bordadas para danzar ya que las almadreñas las dejaban a la puesta de la iglesia; en otras localidades usaban zapato con hebillas.
- Calcetas y camisa de color blanco.
- Chaquetilla adamascada y chaleco de terciopelo.
- Faja negra -en ocasiones bordada- o fajines de seda; incluso podían colocarse un mantón bordado a modo de faja.
- Pañuelo en la cabeza y capa de paño antes de iniciar el baile.