“Pregonar unas fiestas patronales siempre produce una mezcla de emoción y responsabilidad, por partes iguales. Además de tanta gratitud. Me hace especial ilusión que este año, coincidiendo con el centenario de la última exhumación oficial y posterior traslación de las exequias de los siete infantes de Salas, las autoridades de la ciudad milenaria hayan pensado en mí para abrir nuestras fiestas mayores y dar comienzo así a un curso de celebraciones a cuenta de dicha efeméride. El pregón tendrá como columna vertebral la gesta de nuestros jóvenes héroes, como bien inspiró D. Ramón Menéndez Pidal en sus solemnes cuartillas que leyó durante el banquete con motivo de aquellos festejos pomposos en septiembre de 1924. Un improvisado pregón, de otra manera”.
Raúl nació en Julio de 1972. Comenzó su amor por las letras, la historia, la literatura y el conocimiento en el Colegio Fernán González y en el Instituto Alfoz de Lara de Salas de los Infantes. Pronto, pasaría a Burgos para recibir su formación universitaria. Allí estudió Filosofía y Letras (especialidad de Geografía e Historia) entre los años 1990 y 1995. En su último curso de licenciatura, y al año siguiente, debido a su inclinación temprana por la poesía, decide publicar sus primeros poemas como firma invitada en la Revista Internacional de Poesía “Estío”, de Miranda de Ebro. Desde entonces, ha sido galardonado con distinciones y reconocimientos literarios varios, descollando la mención honorífica de “Finalista” en el prestigioso “Premio Adonáis de Poesía 2006”, celebrado en el Ateneo de Madrid, con la obra “Área de servicio” (inédito).
“La leyenda es muy importante porque estamos ante un monumento literario plagado de aristas vivas. Nuestro relato épico encierra un complejo mundo legendario, donde es posible rastrear influencias románicas o germánicas y, al mismo tiempo, ver cómo sale a flote lo más autóctono de esta tierra, eso que podríamos denominar un «tipismo endémico». Leer nuestra epopeya trasciende la pura emoción de un discurso narrativo más o menos emocionante, o con el que en mayor o menor medida podemos sentirnos identificado. Por eso digo que es un monumento literario porque representa ante todo un sistema de valores palmario, un imaginario colectivo que es capaz de exaltar. Sin menoscabo, claro está, que refleja con maestría el espíritu de los siglos centrales del Medievo.
El gran actor Arnold Schwarzenegger afirma con razón que no todas las leyendas son mitos, algunas son de carne y hueso. Algunas leyendas caminan entre nosotros, pero no nacen, se construyen. Y así ha sido con la Leyenda de los Siete Infantes de Lara. El tiempo la ha glorificado de tal manera que ha pasado a ser un relato histórico legendario que está más vivo que nunca. " Toda leyenda es un salvoconducto que nos permite transitar con total libertad por los territorios de la imaginación. Cuando, además, aparece en ella un geografía que reconoces, unos escenarios que los franqueas con asiduidad y unos apellidos que te tocan uno no puede sino rendirse a su seducción. Pero esto no debe confundirnos. El conflicto de Siete infantes supera las meras rivalidades comarcanas entre dos familias de un mismo clan, seguramente con base histórica, en el último tercio del s. X. Este tipo de conflictividad ha formado parte del modus vivendi consuetudinario de los pueblos de Castilla y por lo tanto aquí hay poco de exclusividad", matiza Raúl.
La historia no siempre está escrita. Casi siempre es necesario escarbar entre las piedras, los manuscritos y las huellas del tiempo para entender qué ocurrió en el pasado y para transmitir ese mensaje en el presente. Raúl es no sólo un gran historiador, sino también un incansable buscador del significado de todas esas historias. Tras dirigir el primer congreso sobre los Infantes de Lara en 2009 se dio cuenta de que su curiosidad sobre la misma comenzaba a inquietarle hasta el punto de que decidió poco tiempo después que necesitaba investigar para llegar a responder al menos a todas las preguntas que él se hacía sobre la misma. Hoy su proceso de investigación no ha terminado, pero si ha logrado metas de incalculable valor que ya van a salir a la luz con la próxima publicación de dos libros.
"En julio cerré una investigación y tengo en curso otra que inicié en 2013 y que me está exigiendo mucho trabajo de documentación (por citar algunas, son visitas inexcusables la Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial o la Biblioteca de la Universidad de Salamanca) y de peregrinaciones por los lugares de la leyenda. Espero sacar en breve un libro donde cuento de manera sencilla la exégesis más genuina de Siete infantes, conforme a la Crónica general de España de 1344, y en base a ella, los matices aportados por las más importantes redacciones cronísticas hasta el s. XVIII, es decir, desde la Versión amplificada de 1289 hasta los últimos textos de la Ilustración.
Este libro me apetecía mucho porque creo que falta en la historiografía de Siete infantes y, sobre todo, porque nació de mi curiosidad, cuando siendo niño leía la leyenda y me topaba con tantas versiones que no acaba de comprender enteramente. Deseo que este libro, que como ves lo hice en defensa propia, explique bien desde el origen la deriva que nuestro cantar ha llevado con el tiempo. Todos los especialistas concuerdan en que nuestro cantar de gesta se caracteriza por su complejidad. Es tal el laberinto de crónicas, impresos, manuscritos y otras copias que a veces el asunto produce cierto vértigo. Un vértigo apasionante, se entiende. De lo que no cuesta colegir que en esto hay tajo para todos. Repasando la historiografía de la leyenda, por aquí han desfilado estudiosos de la poesía, la heráldica, la diplomática, el arte o la teología, lo que da buena prueba de sus infinitas posibilidades culturales".
La leyenda de los Siete Infantes de Lara además durante los siglos ha conseguido traspasar fronteras y llegar a prácticamente todos los rincones del mundo. " Sabemos de obras de arte con motivos de los siete infantes que circularon por Sudamérica en el s. XVII. En ciertos departamentos de Honduras o en varias regiones del Yucatán se han certificado muchos documentos donde los encomenderos y almirantes, muchos de ellos judíos vinculados al tráfico de esclavos, lucían el apellido de Lara, por su descendencia ilustre con nuestros infantes. Y si nos vamos al continente asiático, veremos cómo nuestra leyenda se hizo fuerte en Filipinas, junto a otras épicas de frontera en las que nos reconocemos, como el Cantar de mío Cid y Fernán González, tanto que incluso en 1950 se hizo una película en tagalo intitulada 7 Infantes Lara. Es probable que el misionero salense Félix de Trillo llevara en sus maletas la gesta castellana que inoculó con acierto, allá por la primera mitad del XVIII, a los aborígenes filipinos.
Llévate solo los recuerdos y deja sólo tus huellas afirmaba el gran jefe indio Seattle. Y es que así es Raúl Fernández González, un historiador magistral que vive para dejar huellas imborrables que otros puedan pisar, seguir o incluso, quién sabe, continuar en un futuro. Mientras tanto su trabajo incansable vuelve a poner en su lugar la que ya es y siempre será la gran Leyenda de los Siete Infantes de Lara.
