Iván Díez es un joven comunicador audiovisual enamorado del cine, de la historia y de la literatura que nació en Salas de los Infantes hace 19 años. Su padre Mariano Díez Abad era de Castrillo de la Reina y su madre Sagrario Huerta Cubillo es natural de Salas. Nació y se crio al abrigo de sus abuelos Mariano, Nicolasa, Gabriel y Juli que es la única que vive en la actualidad. “Echo muchísimo de menos a mi padre. Era una persona muy amable, servicial y sobre todo muy educada. También era muy inteligente y gozaba de una gran memoria.
“Le gustaba muchísimo la lógica y la geografía y era además muy bromista. Disfrutaba sobre todo en compañía de la familia y si además había una celebración y una comida o una cena todavía disfrutaba más. También guardo un grato recuerdo de mis abuelos. Solía ir a comer con los de Castrillo los sábados y los domingos íbamos por la tarde. De ellos puedo decir con orgullo que he aprendido educación, saber estar y cómo tratar a la gente. Diría que mis abuelos maternos han sido como mis segundos padres porque cuando mis padres subían al bar a Castrillo yo iba a su casa y comía y dormía allí. He pasado mucho tiempo con ellos. Mi abuela Julia siempre me dijo que jamás debía hacerle a nadie lo que no quería para mí y Gabriel me enseñó como plantar la huerta y como disfrutar del monte”, comenta Iván.
A veces un profesor puede cambiar el rumbo de nuestras vidas alterando nuestro camino y los sueños que tenemos por vivir. Iván comenzó a pensar en estudiar Historia y Patrimonio gracias a la maravillosa influencia que ejerció en él el maestro de Covarrubias Román Labrador. “Fue su manera sutil e inteligente de contar la historia. Hacía que los alumnos nos apasionáramos por un asignatura que nos ayudaba a entender lo que habíamos sido y cómo el pasado había condicionado nuestro presente. “Sin embargo en segundo de bachillerato llegó a mis manos la película de “El Resplandor” de Kubrick y cambió por completo mi vida y mis sueños. Comencé a interesarme muchísimo por el cine y a ver más películas”.
“El profesor Ángel Rojo despertó todavía más en el instituto mi amor por la historia y la literatura. Así fue como con Víctor, Sergio, Yago y Damian, mis mejores amigos, comenzamos a hacer cortos para el certamen de Salas de los Infantes. El primero fue muy rudimentario y lo hicimos en 2014. Yo escribí los guiones y ayudé en la grabación. Nos presentamos por primera vez en 2018 y en 2020 ganamos el concurso local con “Requiem” y el premio Serendipia con “Jueves Noche”, comenta.
Francis Ford Coppola solía decir que a él del cine siempre la atrajo su componente mágico y esa fue precisamente la razón por la que él sintió la necesidad de crear en este mundo. A Iván le mueve el mismo sentimiento y la necesidad de contar sus propias historias cinematográficas. “Es por mi amor por el cine por lo que he decidido estudiar Comunicación Audiovisual. Quiero en el futuro poder decir que rodé mi propia película. Ojala algún día pudiera llegar al nivel de directores como Tarantino, Martin Scorsese o Hitckcook, Amenábar o Berlanga, directores que me han influido muchísimo.. De la carrera destacaría a Martín García Barbadillo y su asignatura de Teoría de la Comunicación. La clase de informática sin embargo no me gusta nada. La publicidad y la televisión me gustan pero no me motivan de la misma manera. Ahora, lo que si me gustaría es no tener que vivir en una gran ciudad. Me gusta mucho Salas de los Infantes y también la vida que se hace en el pueblo. Por eso creo que seguramente pueda dedicarme al cine viviendo en un entorno mucho más tranquilo y saludable como el que ofrece mi pueblo.
Franz Kafka, uno de los mejores escritores de todos los tiempos, afirmaba que la literatura es siempre una expedición a la verdad. Iván, desde que era muy niño, sintió la necesidad de escribir sus pensamientos y sus aventuras, “Con cuatro año, en compañía de mi abuela, cogía un folio, lo doblaba en cuatro partes y yo le iba relatando una historia que ella me escribía a modo de cuento. Mi pasión se acrecentó cuando leí “Alguien voló sobre el nido del cuco” de Ken Kesey, obra maestra que me hizo pensar que si lo podía leer lo podía escribir. Así fue como empecé a devorar clásicos de Stevenson, De Foe, HG Wells o Pío Baroja. Leía y de vez en cuando escribía y cogía papel y boli y me ponía con ello. Al principio me gustaba más la narrativa pero pronto comencé a interesarme por la prosa lírica y la poesía que es lo que más escribo en la actualidad.
Ya había participado el año pasado. Tomás me llamó y me preguntó si podía contar conmigo y que poema iba a leer. Yo le dije que era una obra que había presentado a la Gala Poética. Me comentó que sería el cierre. La idea era leer dos poemas para que uno de ellos fuera un poco más alegre pero me di cuenta de que ese día sería imposible porque tenía que echar una mano a mi madre con el bar. La idea del poema surgió de una preciosa promesa que tenía con mi padre que se emocionó de felicidad tras lograr el accésit en Salas. Yo le prometí que al año siguiente ganaría el certamen y no fue así por lo que no pude dedicarle nada. Por eso creí que era una gran idea leerle una carta en la Noche de Poesía que pudiera expresar todo el cariño y amor que siento por él". Finaliza.
Como diría Harriet Tubman todo gran sueño comienza con un gran soñador. Porque en tu interior tienes la fuerza, la paciencia y la pasión para sí poder cambiar el mundo.
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