Yo empecé a cantarlas cuando tenía más o menos catorce años. En 1975 aproximadamente. Hasta dónde yo puedo recordar son de toda la vida. Nunca se han dejado de cantar. Además, nosotros en Barbadillo del Mercado, las cantamos haga el día que haga. No importa el frío o el calor o la lluvia. Siempre hemos salido a cantarlas. Además siempre hacemos una cena de fraternidad en uno de los restaurantes con los que cuenta la localidad. Solemos rotar todos los años de modo que podamos juntarnos y cenar en todos los restaurantes. Después salimos a cantar. Siempre sobre las doce de la noche. Aquí se cantan en dos grupos y se van recorriendo todos los barrios del pueblo. Uno se pone en una esquina y los otros más o menos a cien metros de distancia para que se les pueda escuchar. Unos cantan una estrofa y los otros contestan con otra. Solemos organizarnos de forma espontánea. Antes si que es verdad que era un tema cultural del que se encargaban los mozos y las mozas del pueblo. Estamos ante una tradición que anima y ayuda a muchos lambrados a volver al pueblo. Es una forma de que puedan estar conectados a sus raíces y a su pueblo en la época invernal que es sin duda la que más necesita de la vuelta de los hijos del pueblo.
