César Cruces nació en Santo Domingo de Silos, una de las localidades más bonitas de España hace 51 años. Estudio en Salas de los Infantes, ciudad milenaria a la que se siente muy unido sentimental y emocionalmente. Después terminó Filología inglesa en Burgos y en Valladolid y se especializó en Filología Hispánica por la UNED. “Al terminar la carrera sentí la necesidad de viajar y salir de España para mejorar mi nivel de inglés. Viajé al sur de Inglaterra y durante dos años estuve viviendo en el Sur de Londres. Allí me contrató un hotel muy importante donde comencé trabajando de camarero. Después, con esfuerzo y con constancia conseguí terminar trabajando en el departamento donde preparaba las conferencias empresariales que se ofrecían en el hotel. Esa fue la primera vez que pude ver de cerca cuáles son las necesidades que tiene una empresa en todo lo que tiene que ver con los idiomas.
En la actualidad César gestiona dos academias de idiomas en Burgos. Están muy bien situadas en los barrios de San Pedro y Fuentecillas. “Cumplen dos funciones. Por una parte está la parte idiomática y por otra también hemos creado otra marca denominada ILBC (International Language and Business Center) que podríamos decir que es una consultora que trabaja más observando objetivos empresariales. Afortunadamente, tras el Covid, hemos ido recuperando la relación comercial con empresas de mayor tamaño. Sin embargo, también tenemos que competir contra todos aquellos que dan clases ilegales de inglés y con multitud de plataformas que trabajan en internet.
Desde el principio, César ha estado unido al proyecto de recuperación del cementerio de Sad Hill con el que ha creado un vínculo muy especial. “Recuerdo perfectamente la exposición que organizó Felipe de Lee Van Clef y mi participación en la proyección del 40 aniversario del rodaje. Fue entonces cuando conocí a Sergio y a David y también recuerdo ser de los primeros que excavamos allí junto con Álex y su padre, ambos de Santo Domingo de Silos. Además, lógicamente, dentro del proyecto he aportado mi granito de arena desde la experiencia que poseo enseñando idiomas y me he ocupado de todo lo que ha tenido que ver con la traducción de documentos, cartas o incluso guiones dentro de todos los actos que tuvieron lugar sobre todo durante los primeros años”.
El amor es como ese sueño maravilloso y eterno del que no quieres despertar. Llega como un vendaval de primavera que remueve todos los sentimientos generando una locura maravillosa que transforma nuestras vidas. César conoció a su mujer en 2008 y pronto se dio cuenta de que quería vivir una aventura maravillosamente loca con ella el resto de su vida. “Kamila es el amor de mi vida. Tiene estudios superiores de canto y es muy inquieta culturalmente. Le encanta la comarca de pinares y juntos hemos participado varias veces en la Demandasaurus de Salas de los Infantes. Juntos hemos creado un proyecto de vida maravilloso y tenemos a Roque, nuestro hijo, al que adoramos con locura. Un niño que es un auténtico terremoto en todos los sentidos. Un buen estudiante eso sí al que le gusta mucho la bici, la montaña y la historia, comenta César.
Quien tiene un pueblo tiene un tesoro. Un refugio al que regresar en los días en los que sale el sol y también en las tardes de tormenta. “Silos es mi balsa de aceite. Allí está mi familia, mis amigos, mis recuerdos y todo lo que necesito para ser feliz. Si que noto que mi pueblo está perdiendo cierto atractivo turístico y en ese sentido Sad Hill le ha dado un gran impulso. Es curioso que sean otros operadores internacionales los que exploten las rutas en bici o andando y no lo hagan empresas españolas. En el fondo lo que necesitamos son inversiones que dinamicen la zona y trabajar siempre pensando en el bien común. Creo que lo lógico sería unir las comarcas del Arlanza y de la Demanda y luchar juntos por objetivos comunes. En ese sentido, Sad Hill que me gustó por su idea original y porque había una unión real. Creo que tuvo y que tendrá recorrido si no le ponen trabas. Es un proyecto que responde perfectamente a esa unión comarcal que puede dinamizar mucho la zona y aportar un gran granito de arena desde el punto de vista turístico”, comenta César.
Joseba del Valle Barrio, miembro fundador del Proyecto Sad Hill, ha sido uno de los grandes responsables de todas las gestiones que tienen que ver con el museo de Sad Hill. Gracias a su constancia y trabajo en el que le han acompañado otros miembros del proyecto, el museo espera ser una realidad en la preciosa localidad burgalesa de Covarrubias. “Es sin duda la culminación al trabajo bien hecho y va a ser un proyecto que fijará turismo y que además creará nuevos puestos de trabajo. Creo que requiere de la colaboración de la gente sin esperar un retorno económico a cambio. Los que estamos dentro vamos con las cartas por delante, sabemos lo que nos jugamos y por eso es una apuesta segura y de futuro, matiza César.
Cesar es un hombre feliz. La vida ha sido generosa y le ha sonreído porque él siempre fue valiente y también sonrío en los momentos más complicados. A nivel profesional se siente realizado y agradece que haya sido su familia la que le enseñara el valor que tienen el esfuerzo, la constancia y la dedicación para lograr todos los sueños. “Me gustaría que todo siguiera así la verdad. Quiero seguir tratando de que la gente se de cuenta de que los idiomas son herramientas de comunicación que nos ayudan a entendernos rompiendo barreras que nunca son insalvables. En lo personal tengo una mujer y un hijo maravillosos con los que soy inmensamente feliz. Quiero seguir viajando y conociendo otros lugares que me acerquen a otras culturas para seguir aprendiendo y mejorando como ser humano. También quiero seguir disfrutando de la bici, que es mi gran hobby y de pasar tiempo de calidad con mis amigos del pueblo. También quiero volver más a Salas de los Infantes. Allí estudié muchos años y conservo muchas amistades a las que suelo ver en quintos. En definitiva mi deseo es que ni vida siga como está porque es perfecta. No quiero que nada cambie y si algo tuviera que cambiar que sea siempre para bien. La felicidad es el mayor regalo que te puede dar la vida y es uno de esos regalos que hay que desenvolver poco a poco y guardar después en el mejor lugar que pueda albergar tu corazón”, finaliza.