Mi padre era natural de Baeza. Era carpintero y decidió montar su negocio en la fábrica al mismo tiempo que comenzó a gestionar junto a mi madre la obra sindical del Hogar en San Leonardo”, explica Antonio Torres. Sucede que la vida y la muerte son dos caras de la misma moneda. Un viaje a lo desconocido que altera muchas veces nuestro propio camino. Antonio Torres, el gran patriarca, fallece un 21 de enero de 1963. El pequeño Antonio es sólo un adolescente que estudia en los Escolapios de Soria. A su hermano Fernando la muerte de su padre le pilla haciendo la mili en un momento en el que sus hermanas Maruchi y Carmen ya estaban casadas.
Antonio Torres y Concha Acereda con sus cuatro hijos: Maruchi Carmen, Fernando y Antonio.
“Tuvimos que ponernos manos a la obra para ayudar a mi madre con el Hogar, un sitio único que terminaría por cerrar en 1987. Mucho antes, el día 29 de junio de 1969 habíamos inaugurado el Hostal actual. En 1984 abrimos el emblemático Torres 2 y en junio de 2001 ampliamos el Hostal Torres”, matiza Antonio. Prácticamente toda una vida trabajando codo con codo con su hermano Fernando. No tuvo hijos y por eso cuando se jubiló decidió comprarle su parte de la empresa. Tan sólo diez minutos bastaron para cerrar el acuerdo. La unión familiar es tan fuerte como el acero. Antonio tiene cuatro hijos y todos han decidido vivir en San Leonardo de Yagüe. Marta y Arancha trabajan en Norma y Antonio es un reputado electricista que además trabaja para Afilados García Sala. De la exitosa gestión del hostal se encargan su hija Concha y su marido Javier García. Ambos son los timoneles al frente de la empresa familiar. Dos amantes del sector hostelero que ya ayudaban en el negocio familiar antes de la jubilación hace siete años de Antonio Torres padre.
En aquellos años sesenta y setenta, cuando España comenzaba a respirar cierto aire de libertad, las neveras eran bidones de hielo que llegaban expresamente desde el Burgo de Osma. El hielo se conservaba en serrín para después ser limpiado, picado y guardado en cubos. El Hogar, un espació cálido y elegante tuvo un histórico grifo de cerveza con tres serpentines: uno para el sifón, otro para el agua fría y un tercero que servía para tirar la cerveza. “Los barriles eran de madera. Guardo con celo el grifo que era de mi abuelo y de principios del siglo XX. También conservo la saturadora. Servía para meter el agua que se mezclaba con gas y así ayudar a que el sifón pudiera salir por el grifo. “Preparábamos helados casero siguiendo la receta del abuelo José, natural de Santander. María, la hermana mayor, era quien los hacía. Todavía tengo las placas con las que hacíamos las obleas. Eran otros tiempos realmente maravillosos” afirma Antonio Torres.
Torres junto a Angelines Gómez, persona vital en el negocio.
En el viaje está implícita la sorpresa. Y sorpresa siempre es la antesala del conocimiento. Por eso viajar es vital para vivir, sentir, respirar y ser feliz. San Leonardo de Yagüe es un pueblo precioso que saluda al Parque Natural del Cañón del Río Lobos. Su ubicación es estratégica. Está situado al sur de las sierras de Urbión y de la Demanda en plena comarca de Pinares. Se sitúa a 1050 metros de altitud, tiene una extensión de 60 kilómetros cuadrados y cuenta con aproximadamente con 2040 habitantes. “Es un pueblecito precioso que cuenta con todo tipo de servicios. Eso es muy importante para nosotros y para el Hostal porque los que nos visitan no tienen que desplazarse a otros lugares para realizar cualquier gestión”, comenta Concha Torres.
Con el Covid la pareja ha apostado por el trabajo duro y la adaptación a las circunstancias. Mantienen el aforo del comedor de mayor tamaño al setenta por ciento buscando la máxima comodidad del cliente. También han apostado por mimar la atención en la terraza. El Hostal cuenta con 42 cómodas habitaciones. Tiene un esmerado servicio de cafetería y también de restaurante y una clientela fija y fiel que valora muy positivamente el menú del día y los platos a la carta.
El Torres mantiene intacta su fama por sus maravillosos platos de cocina tradicional castellana con guiños a los productos sorianos de mayor calidad. En la cocina, como buena pareja, se alternan Concha y Javier. Ambos apuestan por lograr platos sabrosos adaptados a las circunstancias y al bolsillo del comensal más exigente. “Seguimos apostando por las celebraciones familiares, de amigos o de empresa. Y nos adaptamos a cualquier presupuesto. Cocinamos recetas de toda la vida y mimamos mucho los productos sorianos. A nuestros clientes les apasionan los platos de cuchara. Nuestros garbanzos con boletus o las alubias blancas con pulpo forman parte de la mejor cocina del Torres de toda la vida. Nuestros clientes valoran muy positivamente el servicio de cafetería diario. Nosotros vamos a seguir ofreciendo la más alta calidad al mejor precio en un negocio familiar que queremos que siga siendo uno de los emblemas de San Leonardo, finaliza Concha.