Las oficinas bancarias están perdiendo presencia, de forma progresiva, en las zonas rurales.
Estamos estos días viendo con preocupación la oleada de nuevos contagios por la covid-19 que está motivando la toma de decisiones en gobiernos autonómicos para aumentar las restricciones e intentar controlar la expansión de este maldito virus.
Nos adentramos en un verano repleto de incertidumbres. En teoría, vamos a mejor en todos los ámbitos. La situación de la covid-19 resulta menos complicada, por el avance de la vacunación. La eliminación de las restricciones nos permite aumentar la movilidad, disfrutar de más servicios con horarios más ampliados.
El abad del Monasterio de la Comunidad benedictina de Silos, Lorenzo Maté, aprovechó la presentación del nuevo parque natural 'Sabinares del Arlanza-La Yecla' en el antiguo jardín de La Botica de Silos para reivindicar servicios como Internet en el conocido pueblo de Santo Domingo.
Miramos al 9 de mayo con la desconfianza de quien pisa un terreno movedizo. Llevamos ya meses inmersos en un Estado de Alarma que antes no queríamos, y que ahora nos resistimos a abandonar. Somos rehenes de una pandemia de la que poco sabemos, y si algo hemos aprendido es que nos puede complicar la vida de forma preocupante.
Desde entonces ya Castilla no se ha vuelto a levantar. La frase tan tarareada no es del todo cierta.
Se cumplen dos años desde la manifestación del 31 de marzo en Madrid, germen del movimiento de La España Vaciada, y punto de inflexión en el intento de buscar soluciones a la sangría poblacional que sufren las zonas rurales, entre ellas la de la comarca pinariega de Burgos y Soria.
Las plataformas y asociaciones que dan forma a la denominada ‘España Vaciada’ emitían estos días un comunicado a través de ‘La España Vaciada’ en el que pedían mayor control y transparencia en la llegada de los fondos europeos a las zonas rurales.
Coinciden los participantes en las concentraciones que se desarrollan durante estas semanas, en protesta por las restricciones de la Junta, al considerar la necesidad de las ayudas económicas como una exigencia básica si queremos ver la continuidad de muchos establecimientos más allá del tiempo de pandemia de la covid-19.
La lentitud con la que son administradas las vacunas en nuestro entorno ha ensombrecido el panorama esperanzador con el que arrancábamos este año 2021.
Ya no nieva como nevaba antes. Es ésta una expresión que hemos oído de forma continuada quienes pasamos la infancia y adolescencia entre finales de los setenta y principios de los ochenta.
Termina un año aciago. Muchas personas han perdido a sus seres queridos. Muchas empresas no van a tener continuidad durante el próximo año. Muchos hábitos, costumbres, tradiciones y prácticas se han quedado congelados a la espera de una reencarnación que puede no llegar nunca.
En estas tres décadas que llevo escribiendo en los periódicos, no he conocido la bonanza del pequeño comercio. He visto a gente desvivida por atraer a los pueblos algo nuevo, que sólo podían encontrar en algunos establecimientos especializados, y ofrecerlo como si fuera un gran hallazgo interplanetario que llegaría a revolucionar nuestras vidas.
Estamos aletargados. Sin duda la pandemia de la covid-19 nos está dejando sus peores secuelas.
El anuncio del cierre de bares y restaurantes de pueblos y ciudades de Castilla y León, independiente del área de salud en que se encuentren, es una barbaridad de consecuencias desastrosas, que ilustra, en parte, la ignorancia de quienes nos confunden.
La falta de unidad a la hora de tomar decisiones en el ámbito sanitario se ha puesto de relieve con la pandemia de la covid-19.
Abrimos una nueva temporada otoñal, y con ella llega el recurso micológico en toda su plenitud.